viernes, 16 de octubre de 2009

¡LA NOCHE (YA NO) ME CONFUNDE!



Hubo un tiempo en que las viñas, la cebada y otros brebajes me poseían, se apoderaban de mi cuerpo y sacaban de mí una combinación explosiva: entre un ángel y un demonio.

La noche tiene un magnetismo maldito que puede arrastrarte al peor de los destinos.
Es fácil caer en la trampa, pero siempre hay luz para salir de cualquier situación.

La noche sigue en mí pero en otra dimensión: La dimensión 0,0.
Pero ahí sigue la música, los conciertos, el bailoteo, y pronto las sesiones (o pinchadas) de L'Enfant Terrible.
La vida ya es a menudo un suicidio como para cortarte las venas gratuitamente.
No necesito ciertas sustancias para ser yo. Sigo siendo en esencia el mismo, incluso amplificando mi naturaleza real y evitando lo que me confundía y lo que me arrojaba al vacío.
Me gusta ver doble porque mi vista está cansada o porque un lienzo me descubre nuevas perspectivas, no por ningún efecto asociado a sustancias ajenas.

No me veía, no me reconocía en mi espejo. Ese no era yo. Mi retrato no daba fe de lo que soy. Así que cambié.

Cuando has estado en el vacío es más fácil tocar la superficie.

¡He vuelto a tierra, por fin!

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