sábado, 4 de febrero de 2012

Crítica / Conciertos: Papercuts

El folk que nos atrapa

Papercuts

Berlín Café, MADRID

Martes 31 de enero de 2012

Vídeo de RevistaZonaMusical


Detrás de Papercuts se esconde Jason Quever, un músico californiano, con cuatro discos editados, que tiene una capacidad infalible para crear canciones donde convive el pop más elegante con el folk más cuidado, con algún ligero ramalazo shoegaze en las guitarras. También ejerce de productor de artistas de tanto nivel y talento como Cass McCombs, Port O’Brien, Beach House o Casiotone for the Painfully Alone entre otros artistas.

‘Fading Parade’ (2011) fue una de esas gratas sorpresas que recibes, que de inesperadas, son súbitas y gozosas. Como esos regalos que te conquistan a la primera de cambio. Un disco que contiene canciones con muchas aristas y ángulos. Si bien su estilo está bastante enmarcado en unos estilos concretos. Quever consigue que Papercuts construya un universo sonoro frondoso y robusto, con momentos más épicos y enérgicos, o mareas más relajadas como en “White are the waves”, “The Messenger”, “Winter Daze” o “Marie says you’ve changed”. Su querencia por las texturas de los teclados le relaciona con el pop más melódico y orquestal de bandas como Bon Iver, Grizzly Bear o a Jeremy Jay, con algún destello de los Beach Boys y algún retazo de Red House Painters, sin sonar tan slowcore. Su gusto musical es extenso, variado y exquisito, como se puede observar en su sonido y en alguna entrevista. Eso también lo comprobamos en la paleta de estilos que conjuga.

Su directo es sincero, cercano, creíble. Quever resulta tímido, habla en voz baja entre canción y canción, pero lo que importan son sus canciones y éstas en directo funcionan a la perfección. Sin los arreglos del disco, resultan igual de convincentes. Su timbre de voz recuerda a Thom Yorke pero sin el carácter histriónico del de Oxford. Le acompañaba un trío solvente, David Enos (teclados), Graham Hill (batería) y Frankie Koeller (bajo) que aportó los matices necesarios y la profesionalidad para que el resultado fuera redondo. Especialmente genial fue la base rítmica: versátil, ágil, llena de chispa. Interpretaron la mayor parte de ‘Fading Parade’, que sonó espléndido. Hubo momentos pletóricos con “Do what you will” o “Do you really wanna now”. También rescataron joyas de ‘Can’t go back’ (2007) como la brillante “Dear employee”, o delicias como “Unavailable” o “Sandy”, o el toque dream pop de “Once we walked in the sunlight” o “The machine will tell us so” de ‘You can have what you want’ (2009). Todo ello en la pequeña intimidad de un club de jazz, como si de una pequeña reunión clandestina se tratase. Dejé la noche con el regusto de sentirme privilegiado por haber saboreado un manjar musical de primer orden.

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