viernes, 15 de marzo de 2013

CINE/ DOCUMENTAL / MÚSICA: "Searching for Sugar Man" la historia de Rodríguez





La vida es búsqueda. Ensayo y error. Quién no lo crea así es que no ha vivido en este planeta. La ficción nos lleva por el imaginario, nos entrega al poder de otras posibilidades. Es el plano creativo necesario para poder desconectar de la realidad por momentos. Los documentales tienen ese punto de enganche con la realidad más dura, más pura, más sincera y más implacable.
En la gran pantalla hay documentales que transmiten historias singulares, que tienen fuerza sólo por lo que les rodea. Y es que el documental ‘Searching for Sugar Man’, dirigido por Malik Bendjelloul, posee todos esos ingredientes en buena dosis. Más allá de lo evidente que resultan los premios, -aquí lo de menos es si fue premiada con el Óscar 2012-, lo que hay es una historia digna de ser contada: Sixto Rodríguez, un hombre de clase baja que trabajó de obrero en la construcción y en reformas, un luchador, un superviviente, que fue músico, publicó dos discos grandiosos ‘Cold fact’ (1969) y ‘Coming from reality’ (1971) en el sello Sussex records, un subsello de A&M,  pero que no consiguió ningún éxito en los EEUU. Sin embargo, sus discos fueron de culto en Sudáfrica como proclama de libertad frente al Apartheid. Unas letras de una persona que vivía intensamente, que se implicaba por la comunidad, que trabajaba de lo que podía en Detroit y que salía adelante. Hay historias grandes de gente que a priori parece irrelevante o intrascendente, pero no. Esas pequeñas historias que nos hacen creer en las personas, en que hay gente que nos inspira, que nos transmiten valores por los que seguir luchando cada día.







El documental posee la fuerza de la imagen, de los testimonios de sus productores, de sus hijas, de compañeros de trabajo y de aquellos que le conocieron. De los sudafricanos (periodistas, melómanos o propietarios de tiendas de discos) que quisieron indagar en su historia. En Sudáfrica se creyó que Rodríguez murió suicidándose en un escenario. La realidad hizo que un periodista y un melómano lo localizaran y consiguieran una gira triunfal de Rodríguez de seis fechas en 1996, con llenos absolutos.

Lo grandioso de aquí es la vida humilde de una persona con talento musical, con canciones y con historias que contar. Alguien humilde, sin grandes pretensiones, pero que ha sabido transmitir libertad, vida, lucha (incluso se presentó a la alcaldía de para intentar transformar lo local). Te encontramos Sugar Man. Tu música sigue viva, conectando con la gente.


jueves, 14 de marzo de 2013

MÚSICA / CRÍTICA: Yo La Tengo @La Riviera (Madrid), 05/03/2013





La cultura es el hijo bastardo de la sociedad, y, sin embargo, es la esencia de la vida, el elixir del día a día. Si ya encima eres un trabajador de la cultura  y ‘freelance’ eres como un indigente de la sociedad, como el último mono de la cadena. Te ningunean pero tú sigues

Yo La Tengo. La promotora me deniega la entrada. Será porque soy un ‘freelance’ sin pedigrí, según ellos, porque por mi padre y por mi madre que tengo pedigrí, y bien elogiable. Y va y una buena amiga me regala la entrada como anticipo de mi cumpleaños. Regalos que valen mucho.

Ha pasado una semana desde el concierto y aún queda en mi memoria el rastro de su poderoso y sublime directo. Yo La Tengo son de otro planeta. Por eso me gustan. Y esta gira dejará huella. Ya les había visto en 2002 en un Sónar, musicando documentales científicos de  Jean Painlevé, una experiencia maravillosa, que editaron en cd posteriormente, y en 2003.


‘Fade’ (2013) era la excusa de esta gira. Su mejor disco de la última década, no cabe la menor duda entre la prensa especializada. “Ohm” vibra y crece hasta la extenuación o esas piezas que te mecen en la maravilla como ocurre con “Stupid things”, “Before we run”, “Cornelia and Jane” o “I’ll be around”.
Apostaron por dividir el concierto en dos partes. Una donde reinó la calma y que aportó los matices más logrados de la banda, los más delicados, y los que les acercan a The Velvet Underground, de hecho la voz de Georgia siempre ha recordado a Nico.
Después vino la revuelta sónica. Recuperaron clásicos como “Sugarcube”.  Y emocionaron con su torbellino de riffs. El set casi es lo menos, porque hagan lo que hagan, toquen lo que toquen, siempre cautivan.
Su escenografía tenía la fuerza de la naturaleza y el punto naif de los decorados infantiles, tres arboles recordando la portada de ‘Fade’. Algo sobrio pero que encaja a la perfección con como es el trío estadounidense.
Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNewman  Los de Hoboken se cambian instrumentos, se manejan a la perfección, su timidez contrasta con su sonido, que es rompedor. Son una baza segura. Los que fuimos testigos lo gozamos, asistimos a uno de los conciertos del año.