lunes, 8 de diciembre de 2014

CINE / CRÍTICA / 'Dos días, una noche' (Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne, 2014)



CINE

En defensa de la dignidad

DOS DÍAS, UNA NOCHE (Deux jours, une nuit)
Bélgica, 2014
Duración: 95 minutos
Directores y guión: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne
Fotografía: Alain Marcoen
Reparto: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Pili Groyne, Simon Caudry, Catherine Salée, Batiste Sornin, entre otros.
Género: Drama Social



 
                El cine de los hermanos Dardenne siempre ha sido fiel a unos principios, a una defensa de los derechos humanos y de la humanidad, a desvelar la realidad con toda su rudeza, sin aspavientos, pero al mismo tiempo mostrar la fragilidad, las situaciones límite, la lucha por la supervivencia, el poder del cambio, mostrar la fealdad y la belleza de la naturaleza humana. Y en esa trayectoria coherente y fiel a una idea de mostrar la realidad más cercana que nos rodea, han conseguido establecerse como referentes de un cine social comprometido de alta calidad y mirada profunda y rigurosa. Observamos su voluntad de reflexionar sobre el mundo que nos rodea y la sociedad en la que vivimos, haciendo pensar al espectador, no dando nada por sentado, combinando puntos de vista y saliéndose de los estereotipos y de los prejuicios más evidentes.

            Su novena película, ‘Dos días, una noche’, acota temporalmente la acción a un fin de semana en el que Sandra (Marion Cotillard) hace frente una situación límite: su inminente despido tras su baja por depresión, porque el director de la empresa planteó a los trabajadores decidir entre el cobro de un incentivo de 1.000 euros o el despido de una persona que sería ella, sus compañeros decidieron su despido, pero una compañera suya consigue que se produzca una nueva votación de los trabajadores el lunes, tras el fin de semana. Sandra intenta hablar con cada uno de sus compañeros, mientras el reloj corre.

Sandra sale de estar desubicada, de haberse perdido, su marido Manu, (Fabrizio Rongione), apoya incondicionalmente a su mujer, para que no se venga abajo, ofreciendo su confianza y creyendo en ella. Estando presente ante sus responsabilidades para que sus dos hijos sigan su vida con normalidad. Marion Cotillard borda un papel, donde la vida de Sandra se tambalea y se precipita al abismo de la oscuridad, de la destrucción del ser, de la duda vital y de la ansiedad y de la falta de seguridad en sí mismo. Es el reto de la vida frente a la enfermedad, al no ser, al dejarse caer, al doblegarse ante uno mismo y ante las circunstancias. Cotillard refleja las luchas del ser por seguir, las vacilaciones, los  interrogantes y el peso de la obligación, el camino hacia la cuneta o la continuidad. Recibe el apoyo solidario y humano de los suyos y de colegas de trabajo. La situación pone en tela de juicio el compañerismo en el trabajo, la necesidad de unión en temas colectivos, el valor social del dinero, cuestionar el dinero por encima de tus derechos y condiciones laborales.
            Con esos planos cercanos, próximos, los hermanos Dardenne te meten en los personajes, te acercan al aliento de los personajes, a su respirar, al latir, consiguendo así aumentar la tensión dramática. Los momentos musicales son liberadores, hay momentos de impacto, hay garra, hay vida y visceralidad, y sobresale el juicio por encima de todo, la cordura. La capacidad para sobreponerse y reaccionar. Sandra contacta a sus compañeros durante ese fin de semana gracias al apoyo de una de sus compañeras y amigas. Saca todas sus fuerzas para hablar personalmente con todos ellos y echar un pulso a lo que parece inevitable: su despido. Y encuentra diferentes reacciones. Todas muy legítimas: conflictos de pareja, egoísmos, violencia, racismo, el miedo al qué dirán, humanidad o el individualismo reinante en los ambientes de trabajo. La película cuestiona la realidad del trabajo en equipo en las empresas. Y ofrece un revulsivo, mientras no te venza la enfermedad, la muerte, la inacción, la depresión, aún hay mucho que ganar. Mientras no pierdas tu dignidad, siempre tendrás una oportunidad para cambiar las cosas, ya sea por ti mismo y/o agrupándote. Si no cambias las cosas en un sitio, siempre podrás encontrar tu lugar en otra parte. Sigue defendiendo tu humanidad, tus derechos, tu vida. ‘Dos días, una noche’ es brillante en lo técnico e interpretativo, y sobre todo en el contenido: con todos esos cuestionamientos, con ese empuje por agarrarse a la vida, a la esperanza y a la búsqueda: en no perecer a pesar de los golpes de la vida.