lunes, 29 de junio de 2015

Música / Crítica concierto Dominique A



             
         

         Dominique A (en solo)
         Miércoles 24 de junio de 2015
         Teatro del Instituto Francés (Madrid)
        

Sacré français!
               
Sagrado francés, en la traducción literal. En la traducción más legítima diríamos “¡Jodido francés!”, pero no en el sentido figurado, sino en el sentido más cariñoso. Muchos gozamos con la música de Dominique A, porque te toca las entrañas. Porque sus letras abordan la oscuridad, pero extrayendo hasta de esas sombras los destellos más inverosímiles. Una amalgama de sensaciones, desde la miseria y el desconcierto, el lado salvaje de la humanidad, el desamor, la borrachera del alma, hasta la luz, los recovecos y los detalles más desapercibidos de la vida. Todo cuadra en su música, hasta el límite de descolocarte y volverte a recolocar. 

Y es que ver en solitario a músicos en directo como Dominique A es como ver un arco iris con todos sus colores, con todos sus registros, con toda su fortaleza, desplegando toda su naturaleza. Es un animal de escena. Tímido pero sonriente, intentando comunicarse en español, con un lenguaje escénico gestual muy rico, con una vena muy rock incluso punk, con una energía arrebatadora, contagiosa.
             
            El público que acudió al Teatro del Insituto Francés de Madrid esperaba un showcase del francés, que venía a presentar ‘Éleor’ (Cinq7 / Popstock!, 2015) su décimo disco de estudio. Se anunciaba un concierto de 40 minutos. Pero la realidad fue otra. Un verdadero concierto de más de una hora y cuarto. Y él sólo defendiendo sus canciones con una maestría sin igual. Ofreciendo sus canciones desde la raíz de la guitarra y la voz, incorporando capas de voces y guitarras. Aportando otra lectura, llegando al origen mismo de su música. Y todo eso desde la firmeza y la autenticidad. Algo de lo que no pueden presumir todos los músicos.



El de Provins (Île de France) arrancó frío pero majestuoso con “L’Ocean”, desde ya una de sus canciones para la posteridad. Ofreció un repertorio buscando su cara más desconocida, tocando inéditas como “Sarah Bristol”, escarbar en la preciosidad de “Quelque lumières” y dejarse llevar por esa preciosa balada que es “Par les lueurs” o una canción etérea y flotante como “Le convoi”  ¡Qué maravilla escuchar ese canto al amor y al desamor que es “Au revoir mon amour”! De su último disco también tocó “Passer nous voir”, “Éleor”, “Semana Santa”. Y como muestra su lado salvaje en “Antonia”, la tensión de “Hotel Congress” o la urgencia de “Hasta que el cuerpo aguante”. Hubo bises con “una canción pop” como “Dans un camión” o rescatar “Otto Box” (de su segundo disco) dónde vimos a los Buzzcocks en un solo hombre. 

Tuvo algunos errores a la hora de encajar melodías y alguna parte vocal, pero es que todo se restituye con la energía escénica, esa manera de cantar recitando, esas suaves melodías que franquean tus emociones más vivas, esa fiereza que muestra el revés del ser humano. Moviéndose, transformándose, conviviendo con su música, como actor e intérprete ideal de sus canciones. Dominique A o el equilibrio perfecto entre la energía y la calma. La mezcla ideal entre el autor y el intérprete. El cruce perfecto entre lo salvaje y lo sutil. En solo el hombre gana a la máquina, la música vence al formato reducido, y todos salimos ganando. Más Dominique A y con banda, en febrero de 2016.