jueves, 24 de septiembre de 2015

MÚSICA / CONCIERTOS DIANA KRALL

El mundo de las versiones no es la panacea, pero hay quién dota a las versiones de algo nuevo y actualiza su sentido. Es algo que le ocurre a la pianista y cantante canadiense Diana Krall , aunque su estilo vaya lo fácil y sea amable (no es el free jazz, ni algo experimental, ni lounge, ni chill out, ni easy listening), incluso aunque pueda ser un poco música de esnobs y gente de clase bien, verla en directo es una gozada: por la banda que lleva, porque sin sobresalir como pianista y cantante, el resultado no sólo es digno, sino muy apetecible.

Recupero la crítica que escribí en catalán en el extinto Diari de Balears de su concierto (verano de 2008) en el Palma Arena de Palma de Mallorca.



TEXTO EN CASTELLANO

Diana Krall: O como la fragilidad del jazz supera recintos y burguesías

Por Andrés Castaño

            El jazz se gestó en los clubs de mala muerte. En ambientes decadentes, llenos de excesos, pero rebosantes de talento. Un concierto en un teatro es puro refinamiento burgués, gana en calidad en comodidad, en exquisitez pero pierde en espontaneidad, en cercanía, en improvisación. En un Palacio de Deportes, la esencia se banaliza y se desdibuja.
El martes por la noche el Palma Arena, un lugar poco refinado y poco decadente, e impropio de un evento musical con ‘solera’, acogió el concierto de Diana Krall, la musa blanca del jazz vocal del siglo XXI. En un escenario sobrio, presidido por un piano de cola, Krall y su soberbio trío (Robert Hirst, contrabajo; Anthony Wilson, guitarra y Jeff Allison, batería) deleitaron al público con la eficacia de los grandes estándares de jazz vocal: Cole Porter (I’ve got you under my skin), Nat King Cole (Do I love you), Burt Bacharach (The look of love), entre otras.
Krall exponía toda su belleza rubia, en dos pantallas gigantes. En la pista el sonido empezaba a reverberar más allá de la mesa de sonido, ¿se perdería en las gradas? La fragilidad conquistaba al público, quién castigaba al que rompía la fragilidad del jazz en vivo.
La audiencia disfrutó de joyas del jazz vocal, que son pura seda interpretados por Diana Krall y su trío. Krall se mostró encantada en Mallorca, prometió volver. ¿De vacaciones?¿Acompañando a Elvis Costello? Cerró la noche con la maravillosa S’Wonderful, de los Gershwin. Todo ello a pesar de la frialdad del recinto. La victoria de la música ante la inmensidad y la burguesía.


Añado la crítica del concierto del pasado martes 22 de octubre de 2015, en el Palacio de los Deportes, en el inicio de su gira europea. Publicado en ABC.


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