jueves, 12 de enero de 2017

MÚSICA / Entrevista a DOM LA NENA




Su nombre artístico es Dom La Nena, queriendo apelar a ese punto de energía vital del niño, de la nena que es ella, porque nuestra naturaleza personal crece y madura, pero es bueno guardar esa energía y esa alegría que tienen los niños. La infancia como un lugar donde la música brota y emerge. Es una chelista virtuosa, que ha tocado con músicos franceses destacados como Étienne Daho, Jane Birkin o Camille, entre otros. Ha publicado dos discos ‘Ele’ (Zamora Productions, 2013) y ‘Soyo’ (Six Degrees Records / Caroline, 2015). Reside en París en la actualidad pero nació en Brasil y vivió en Buenos Aires.

             El pasado 2016 la brasileña Dominique Pinto (Porto Alegre, 1989) publicó su último trabajo hasta la fecha, ‘Cantando’ (Golondrina Porductions / Six Degrees Records). Un EP de cuatro canciones, que arranca con “Scenic World” su primera canción cantada en inglés, llena de vitalidad; luego cuenta con esa mirada tan íntima que desprende “Felicidade” (en portugués y con destellos de bossa nova), “Gracias a la vida”, versión de Violeta Parra que recuerda a nuestra querida Lhasa, y “Les Vieux”, un homenaje merecido a la gente mayor, a las pequeñas cosas y a la vida en provincias.

Cautiva su magnetismo en directo para levantar a la gente y hacerles bailar desde la más absoluta naturalidad. Quienes la vieron en diciembre de 2015 en Conde Duque, o telonenando en abril de 2016 a Julieta Venegas en la sala But, lo saben. Entonces presentaba las canciones de su disco ‘Soyo’, su último disco de larga duración hasta la fecha. Pude conversar con ella en diciembre de 2015 tras su concierto en el Auditorio de Conde Duque, dónde también estuvo Jonás Trueba quién le regaló un dvd de Los y esto es lo que dio de sí una charla de menos de 15 minutos.

El próximo jueves 26 de enero vuelve a Madrid, al Café Berlín. Antes pasará por Sant Cugat del Vallés, el martes 24 de enero tocará en el Auditori. Y el miércoles 25 de enero en la Antiga Fàbrica Damm de Barcelona.



¿Qué significa Soyo, por curiosidad?
Todo y nada. Me gusta el hecho de que fuera una palabra que no existiera. Mi primer disco se llamaba ‘Ela’ (2013), y fue un disco experimental, porque ni siquiera pensaba en sacar un disco cuando lo grabé. Lo hice de manera inocente, artesanal, muy pura. Lo llamé Ela porque era una faceta que estaba descubriendo, que era muy nueva para mi, y lo veía como algo exterior casi. 
Después de sacar el disco hice muchos conciertos y lo tuve que llevar. Y con el tiempo fui conociendo esa faceta mía.
El segundo disco es mucho más afirmativo, mucho más asumido, me gustaba llamarlo Soyo porque puede ser un lugar, una comida, un nombre, una lengua… Pero al mismo tiempo es un título que tiene muchas menos dudas con la identidad de uno mismo.

Juegas mucho con el papel de la identidad, en la canción “Soy La Nena”, con ese ubicarte en el mundo ¿Ha influido el hecho de haber vivido en distintos sitios?
Sí, claro.

¿Es un tema capital para ti la identidad?
Sí, es algo de toda la vida. Es una cuestión evolutiva, no tengo siempre las mismas dudas en relación a mi identidad pero siempre hay dudas.
En este disco no tengo las mismas dudas que en el primero, dónde las dudas giraban entorno a la nacionalidad, a la cultura, de mi origen… Estaba cantado más en portugués.
Este segundo es más personal, de sentimientos universales que todos tenemos

El chelo es tu instrumento principal ¿Desde cuándo? ¿Has estudiado en conservatorio?
Sí, desde los 8 años. Empecé a los 7 en Brasil. Y luego a los 8 me fui a París y ahí entré en un conservatorio municipal. Y a los 10 me puse a fondo. No hacía otra cosa que ir a la escuela y estudiar chelo. Y estaba decidida en ser chelista. E hice una carrera musical hasta los 18.

¿Y te ha ayudado mucho la carrera musical?
Claro, obvio.

¿No es muy encorsetada?
Fue algo fundamental, principalmente para el chelo. Pero incluso fundamental para la vida. El estudio de la música clásica es algo que todos deberíamos hacer, desde detalles vitales hasta cosas más complicadas.
La disciplina, el método, el cuidado con el detalle que hay en la música clásica es algo fantástico, que se encuentra raramente.
Pero llegó un momento cuando tenía 18. Tuve una cierta crisis. El ambiente se convierte en algo muy pesado, muy competitivo porque hay muy poco lugar. Entonces me venía cuestionando que quería hacer con el chelo.
Y ahí empecé a hacer música popular. Me llamaron para colaborar con Jane Birkin con ‘Enfant d’hiver’ después de ‘Arabesque’.



Y cuéntame qué tal la experiencia de haber tocado con Camille, con Jeanne Moreau y con Étienne Daho
Cada uno me inspiro de una manera diferente. Aprendí mucho pero cosas opuestas. Para mí fueron los primeros conciertos que hacía. Compartir escenario ya es una maravilla, un regalo. Ahí me profesionalicé. Antes compartía escenario con estudiantes, en ese momento compartía escenarios con músicos con un madurez notable. Me convertí en una esponja. Y absorbía de manera inconsciente, un máximo de información y de cosas.

¿Tienes una vena yogui o espiritual? porque has salido con una inspiración increíble…
No hago nada especial. Cuando empecé a tocar sola al principio me costó llegar a esa concentración, pero con el tiempo te das cuenta que cuando estás en el escenario es como una lupa. Cuando me veo en vídeo me doy cuenta cuando tengo un fallo, cuando no estoy al 100% ahí. Cuando algo te despista. Toco sola y tengo mucho que hacer. Y cada detalle cuenta. Desde hasta donde está el shaker. Y toco con loops, así que me equivoco ese error me acompaña…

Lo de la vena espiritual lo digo por canciones como “Anjo Gabriel”
Pues esa canción la hice para mi psicoanalista. Es otro tipo de… Para mi es mi meditación y mi terapia. Mi madre es psicoanalista, así que es algo que llevo en la sangre. Yo empecé desde muy chica. Es casi una adicción para mí. Anjo Gabriel fue de las primeras canciones que hice, y casi de cada vez que salía de una sesión de mi psicoanalista, casi escribía un tema. Así que se convirtió casi en una rutina.
Para mi escribir la música tiene mucho que ver con el inconsciente. Y el psicoanálisis es estudiar tu inconsciente, así que uno y el otro van muy bien juntos.

La mezcla que haces es muy curiosa, mezcla de sonoridades, mezcla de lenguas… Me recuerdas a Lhasa y a Bebel Gilberto ¿Son artistas que te gustan?
Con Bebel no me identifico mucho. Pero con Lhasa sí, me identifico mucho. Y aparte  Lhasa tiene mucho de la raíz, de uno, de la identidad, del viaje, del movimiento en la vida… Me identifico muchísimo, y a veces es un poco desconcertante para mí. Porque hice mi primer disco y conocí su música muy tarde, hace unos años y claro no pude verla en vivo. Cuando salió mi primer disco mucha gente me dijo que le recordaba a Lhasa, pero entonces yo no la conocía. Y quise saber quién era. Pero no me comparo con ella, porque es intocable.

¿La música brasileña sí que es un foco importante para ti?
Sí, mucho. Muchísimo. Más de la MPB (Música Popular Brasileña), de la nueva música brasileira escucho mucho menos. Me encanta la música de entre 1940 y 1980.
De la francesa, salvando Camille….
No me siento muy cómoda cantando francés o expresando. Quizás porque es mi idioma del día a día.

¿Quieres experimentar con otros instrumentos?
No, ya no sé más que puedo experimentar más (risas).

Para probar instrumentos que no sabes tocar, lo puedes hacer en disco porque puedes repetir las veces que quieras, pero en vivo tienes que tener una cierta base. Por ahora voy de a pocos. Ya con lo que hago me basta.