viernes, 1 de noviembre de 2019

TEATRO/ CRÍTICA: ‘TERRENAL. PEQUEÑO MISTERIO ÁCRATA’







CUANDO LA HUMANIDAD SE DESBOCA

Gran teatro argentino el que exhibe el dramaturgo y director Mauricio Kartun. A través de una historia contemporánea que revisita la historia bíblica de Abel y Caín. Todavía puede verse hasta el domingo 3 de noviembre en la sala San Juan de la Cruz del Teatro de la Abadía.


             Por Andrés Castaño

         
          “Y conociste el teatro argentino en su esplendor por primera vez”. Así me sucedió el pasado martes 29 de octubre. Ese teatro argentino de bella factura, de grandes textos y excelentes actores. Fue con una de las grandes obras de los últimos años, ‘Terrenal. Pequeño misterio ácrata’, estrenada en 2014 en Buenos Aires con más de 80.000 espectadores.

En España se estrenó en 2016, en el reputado festival Temporada Alta de Girona. Y ya se pudo ver la obra en La Abadía en 2017. El autor del texto y director escénico es Mauricio Kartun, comparable con un Mayorga, un Sanchís Sinisterra de aquí.

El texto aborda el mito bíblico de Abel y Caín. El fratricidio. Pero en una visión cercana, ambientada en el siglo XX. Una imagen y semejanza del empresario y del obrero. Del poseedor y del desposeído. Kartun ha comentado que Buster Keaton es uno de sus referentes visuales y se aprecia también toques de Charlie Chaplin, en ese vestuario.

El texto es dinámico, fresco, lleno de ‘chascarrillos’, en un tono 'guasón' que llega al espectador. Presenta la visión de un Abel, interpretado por Claudio Da Passano, libertino, hedonista, bebedor, caótico, pero íntegro y humano. Y un Caín, interpretado por un genial Claudio Martínez Bel, con su declamar chistoso y con sorna. Enaltece su perfil de capitalista, de explotador. Pero con un punto gris y hasta de 'pobrecito', llevado por el tono humorístico que preside la obra, sin dejar un ápice de la seriedad del tema.



Luego aparece Tatita, representado por Rafael Bruza, una especie de dios reencarnado, de padre. Que pone los acentos, y dice y hace. Manda, ordena y marca. La escenografía resulta muy sobria, minimalista. Las cajas del teatro con las telas roídas, dan un aspecto vetusto y aparecen muy escasos objetos escénicos. La chicha está en los tres actores de nivel, con un poder escénico indudable.

Hay mucho recurso sonoro, en el fondo, entre bambalinas Rafael Bruza hace todo tipo de efectos y sonidos que acompañan el texto. También le sustituye por momentos Da Passano. Esos recursos aportan esa sensación de orfebrería sonora.

Sustancia vital en un texto que recorre la historia de la humanidad vista desde un caso puntual, muy argentino. Que muestra lo salvaje que puede convertirse el vivir. Al inicio puede costar introducirse en el texto por los giros argentinos, pero con un poco de paciencia se resuelve esa dificultad para adentrarse en esos giros lingüísticos propios. Eso también le aporta personalidad y su toque genuino a la obra. Un aviso para navegantes. No se desboquen. La vida tiene muchos caminos. Dibujen los suyos, con su propios colores.