miércoles, 10 de abril de 2013

ENTREVISTA / JULIO DE LA ROSA (músico, escritor)






Coincidiendo que hoy actúa Julio de la Rosa en la sala El Sol de Madrid publico una entrada sobre él.



En enero publicó su último disco, 'Pequeños Trastornos Sin Importancia' (Ernie Producciones) y su nuevo libro 'Peaje' (Tropo editores). El músico jerezano viene pisando fuerte. Es un artista multidisciplinar. Músico, escritor, realizador de videoclips,... Fue nominado al Goya a la mejor banda sonora 2013 por la película Grupo 7.
Charlar con Julio es un placer porque es alguien vivido, de estas personas que estimulan la conversación, qye gustan de matizar, de ir más allá o simplemente de decir las cosas como las siento, con sinceridad implacable.

Publiqué entrevista a Julio en el número 131 de El Duende del 15 de marzo de 2013 pero fue un extracto de lo que dió de sí la entrevista. Y como la entrevista con él fue jugosa, la reproduzco aquí íntegramente.




1.- La música es tu principal vehículo expresivo ¿no?
Julio de la Rosa: Lo es. Me resulta el más inmediato. Coges una guitarra y sale algo que podría ser una experiencia estética. La música es esotérica, no se sabe de dónde viene, ni a dónde va. Es una puta vibración que te transporta: es magia.
Sin embargo, tienes más extensiones de ti mismo ¿te sientes cómodo en ese maremágnum (poesía, realización audiovisual (videoclips), narrativa..) de terrenos creativos?
Me siento cómodo mientras me sienta cómodo con lo que presente en público. Con lo último que me he atrevido ha sido con las fotos del disco, que las hice por diversión, como todo lo que hago. Pero es que estoy en una profesión en la que, para bien y para mal, tienes que divertirte trabajando. Y bueno, me aburre hacer todo el tiempo lo mismo. Si hago la banda sonora de una película, prefiero meterme a hacer otra cosa antes de que me llegue otro encargo. Si termino una colección de canciones y cierro un nuevo disco, lo que menos me apetece es levantarme al día siguiente y coger la guitarra para hacer otra canción. Así que me pongo a hacer una novela. Si, al atreverme con algo, el resultado creo que es ‘compartible’, lo hago público.

2.- ¿La literatura constituye también una forma de vida para ti?
En el sentido de vivir de ello, no. Pero las palabras las considero muy importantes para la vida; en ese sentido, sí.


3.- Tus videoclips no dejan indiferente y tienen mucha fuerza visual ¿Es otra forma que tiene de la Rosa para contar historias?
Supongo que sí. Es una manera de completar la canción, al fin y al cabo, ampliando el significado de la música y de la letra con nuevos significantes.
¿Cuáles son los recursos que más te enganchan del lenguaje audiovisual, lo que más te atrae?
La inmediatez de una imagen. Tres segundos de música, o de palabras, no dan para mucho. Tres segundos de una imagen pueden ser una bomba. 

4.- Julio de la Rosa ¿Se siente más músico, realizador o escritor? ¿O todo a la vez?
Empecé haciendo música y, al fin y al cabo, vivo de hacerla. Así que me considero más músico que otra cosa.

5.- ¿Qué historias te llaman la atención?
Las relaciones personales en las que se confunden la realidad y la ficción de cada uno. Eso de que cada cual ve lo que quiere - o puede -, es algo que me intriga mucho. Las realidades parciales. Lo inaccesible de ‘lo real’, que decía el filósofo aquel.
¿Qué te incitó o llevó a contar historias?
No lo sé. ¿Por qué se hace lo que se hace? ¿Vanidad o  generosidad? ¿Necesidad de aprobación o de búsqueda interior? Las realidades son demasiado parciales, ya digo; cada cual con su juicio. Supongo que lo que me incitó es el no llegar a entender demasiadas cosas.

6.- ¿Cuál es la dificultad mayor a la hora de enfrentarse con la palabra (ya sea en letras, poemarios o en una novela breve)?
Que la palabra está demasiado intelectualizada, demasiado filtrada. Es un lenguaje, y como tal, vehículo de otra cosa. Lo importante es esa otra cosa. Hay que ser muy preciso, y a veces muy poco, para llegar a transmitir lo que quieres transmitir.



7.- ¿Te gusta el prisma del observador como José Tudela en tu novela breve ‘Peaje’ (Tropo ediciones, 2013)?
Creo que la observación es algo muy interesante. También algo muy enriquecedor. Si uno quiere tomar decisiones propias, claro. No se puede ser uno mismo con los puntos de vista de los demás.

8.- ¿Qué hay en ese lenguaje interno, en esa intuición y necesidad de ver a los otros..?
Una necesidad de autodeterminación del protagonista, a la manera de ese cuentecito de autoayuda que era el Barón Rampante, de Italo Calvino. Aunque desde las antípodas, claro. A partir de ahí, dar un paso más allá: Haz caso a tu intuición porque es lo último que te queda para aferrarte a tu cordura. Al confirmar el protagonista sus intuiciones sobre los demás, el lector queda más en paz consigo mismo: el protagonista no está loco, yo tampoco.

9.- En tus letras de canciones, especialmente en ‘Pequeños trastornos sin importancia’ (Ernie Producciones, 2013) hay mucho de amor, pero sobre todo de desamor (de batallas perdidas, de sabotajes, rabia, celos, mentiras, maldiciones, sufrimientos, trampas, de duelos, de derrotas y pocas victorias).
Lo has captado (risas).
¿El amor saludable lo dejas para el final? ¿Son esas letras el reflejo de una sociedad esquizofrénica?
Sin duda. Mira, yo quería contar una serie de relaciones trastornadas. En un mundo en el que la política, la economía, la ética… todo, está trastornado, es muy difícil tener relaciones saludables con los demás. Así que quise contar todas esas relaciones pervertidas para, al final, en la última canción, recordar que existen otros modos de hacerlo. Es un disco enfermo de afectividad negativa en el que, en realidad, estoy abogando por la positiva.




10.- ¿‘Pequeños trastornos sin importancia’ tiene algo de liberador, a pesar de la densidad, del dolor, de todas las catástrofes pasadas…?
A eso me refería, sí. Es un disco lleno de vida, a pesar de lo enfermo, y creo que el poso que deja es ése, o al menos ésa era la intención.

11.- En ‘Peaje’ aparece una mirada crítica necesaria para sobrevivir en este mundo, un tono de humor necesario, mucho de sátira y sarcasmo, un punto como de vuelta de todo del protagonista, de relativizar la vida… ¿A quién querías retratar en el fondo? ¿A un tipo normal que se cuestiona a sí mismo y se rebela contra su entorno?
No quería más que retratar a ese Jose Tudela, que no sé quién es pero quería conocerlo. Me planteé hacer un libro de retratos y necesitaba un hilo conductor. Decidí que un trabajador de un peaje podría serlo y, al darle vida en cada página, fue convirtiéndose en alguien. Alguien ajeno a mí, pero a quien estimo, la mayoría de las veces. Otras no. Supongo que quería retratar a un don nadie que sí que es alguien: mucho más alguien que los que son alguien.
¿Tiene algo de novela postmoderna? ¿Me recuerda en cierto sentido a Houellebecq?
No me entusiasma demasiado ese señor. Pero si tenemos puntos en común, bienvenidos sean. Lo de las comparaciones no dejan de ser realidades, y como tal, parciales, como decía; así que, de nuevo, allá cada cual con lo que piense. Tampoco sé lo que es una novela postmoderna; ni me interesa, a colación de lo mismo.


12.- Tus vídeos, como “Maldiciones comunes”, representan esa realidad punzante muy directa… ¿Qué es lo que te sirve de punto de partida? ¿En qué te basas, fundamentas a la hora de elaborarlos?
El punto de partida siempre es la letra de la canción, y en función de esa letra y del ritmo y el tempo que lleva la canción, empiezo a pensar. A partir de ahí, juego al ‘qué podría pasar’ si sobre la canción pongo esta serie imágenes o, en cambio, aquellas otras. La letra de esta canción es todo odio y rencor, una serie de maldiciones despechadas de ésas que tanto gustan en el imaginario de la cultura popular, de ahí el nombre; de ahí y de la ristra de maldiciones gitanas que busqué para inspirarme. Al ser una canción muy bailable, al principio pensé en un baile que torna en pelea. Y mientras le daba vueltas a esto con Marina, mi pareja en el video y fuera de él, nos dimos cuenta que lo más efectivo era, simplemente, darnos de hostias.

13.- Has jugado con temas delicados en nuestra sociedad, sumisión / dominación en la pareja, prácticas sexuales no muy generalizadas, la violencia entre hombre y mujer…
¿No te inquieta que el público se quede en la primera impresión, en la apariencia rompedora y no vaya al fondo de lo que quieras decir?
El caso es ése, sí, que no hablo de nada de lo que parece. Me sirvo de ciertas cosas para hablar de otras. La intención es provocar en la acepción de mover a pensar, no en la de irritar. No puedo hacer nada al respecto. Está fuera de mi alcance lo que piense cada uno. Yo quería hablar de ello y tenía que poner ciertas cartas sobre la mesa. Ciertas cartas que se convierten en espejos, al enfrentarlas a un público. Es muy triste que la gente se censure a sí misma. Como decía Buñuel: ‘podrán quitarme lo que quieran, pero jamás podrán secuestrar mi imaginación’. Es el último reducto de libertad que tenemos, y somos nosotros mismos los que nos dedicamos a censurar la imaginación de nuestros semejantes (y la nuestra). El poder está consiguiendo su objetivo: que seamos policías de los demás. La gente cada vez está menos acostumbrada a pensar. Vamos demasiado rápido. Es una consecuencia de la sobredosis de información imperante, pero también consecuencia de las redes sociales. Mirar y juzgar son dos gestos no separados por más de diez segundos. La portada de mi disco hay que mirarla un poco más para llegar a entenderla. Afortunadamente, creo que la mayoría de la gente lo ha captado e incluso se ha reído mucho, que era la intención. ¿Qué es un trastorno? Nadie se escandaliza habitualmente al ver el horror, la tortura, etc, en el cine o en el arte contemporáneo, pero parece que la iconografía del pop y del rock es muy pobre a este respecto. Y lo peor de todo, como decía Haneke en una entrevista reciente: si trivializas la violencia y la conviertes en un producto de consumo cínico, como hace Tarantino, nadie se ofende e incluso se consume con gusto. Si planteas una serie de preguntas para ver si llegamos a alguna parte, piensan: ‘cuidado, este tipo es peligroso’. Es patético.

14.- ¿Qué historias te quedan por contar? ¿Cuáles son las que más te apetece contar?
Uf, ni idea. Aunque creo que me apetece hacer algo muy alegórico. Creo que le estoy cogiendo el gusto, y en parte gracias a estos juegos de imágenes que he hecho para acompañar mis canciones. Llevo ya varios discos llamando a las cosas por su nombre. Pero vete tú a saber, al final, qué hago.


Las fotos son de Marina Guilarte