martes, 15 de marzo de 2022

CINE / DOCUMENTAL / ESTRENOS Jane por Charlotte de Charlotte Gainsbourg

     




 

         Jane por Charlotte

         De Charlotte Gainsbourg

 

         El reencuentro: volver a casa    

 

         Por Andrés Castaño

 

       El cine tiene un poder creativo que va más allá de la imagen que genera, del recuerdo o de las asociaciones provocadas. Trasciende a la fugacidad y deja un rastro, una impresión aislada, un pensamiento incisivo, una secuencia recurrente. El documental brota entre palabras testimonios, fotografías en movimiento, historias y presentes. Hay documentales que traspasan el formato, siguiendo una estructura, atraviesan. Y este es el caso de Jane por Charlotte porque Cuando la gran pantalla muestra la grandeza del encuentro y de la admiración, las imágenes siguen su curso, bailan su propia coreografía y se encuentran con la verdad.

         Charlotte Gainsbourg ha conseguido con su documental retratar a su madre más allá de cómo lo hizo la gran Agnès Varda en “Jane B. por Agnès V.”. También porque la intención aquí era otra: mostrar a su madre, una persona con un carisma y una naturalidad espectaculares, para así acercarse a su madre, reencontrarse, volver al núcleo central que supone la familia. Y todo ello con su hija pequeña Alice Attal mediante, formando un bonito triángulo generacional. El documento no se queda en el envoltorio, en la revista del personaje público, sino que va a la raíz vital, al dolor de la pérdida de Kate Barry (hija de Jane Birkin y John Barry), a la vejez, a la importancia de Serge Gainsbourg. Charlotte filma y fotografía, aparece como conductora y como partícipe, y en esa implicación, indaga y sonsaca a su madre. Tiene algo de curativo, de sanador este documento que indagando en la historia personal, reconcilia, reubica, genera paz.

         En Jane por Charlotte hay viajes y giras, Japón, Nueva York: Birkin ha sido la gran embajadora de Gainsbourg por el mundo. Pero también aparece lo familiar, la casa bretona de Brest de Jane. La parte en la que ambas visitan a la casa de Gainsbourg es un torbellino de recuerdos y de imágenes cotidianas del genio musical. Es un auténtico museo, reflejo de una época y de un artista singular y sin igual. Pero también la casa de un solitario, que  busca compañía en los objetos y la calma frente a la persecución de la fama. Esos planos madre e hija, te reconcilian con las diferencias familiares, al final todo se basa en encajar, en encontrar tu sitio y en asimilar la pérdida, los baches. Es, de alguna manera, un documental catártico. Sentí en un primer momento que faltaba algo, el testimonio de Lou Doillon, u otra mirada. Pero días después me di cuenta de que tenía la medida justa, la cercanía ideal, la palabra adecuada, la imagen idónea. El documental muestra a la Jane: a una mujer encantadora, cercana, con sus luces y con alguna sombra. Y a Charlotte con su timidez pero su gran presencia,  curando heridas, sanando y congeniando con su madre. Momentos como Alice correteando con su cometa y Jane caminando por la playa, acompañados del testimonio confesional de Charlotte (con voz en off) iluminan la vida, conectan con lo humano.