jueves, 13 de enero de 2022

LITERATURA / ENTREVISTAS SARA MESA 2017 y 2021

 

SARA MESA

“La buena literatura toca la fibra”



Foto: MJ López Olmedo (c).
 

                 

            *PRÉAMBULO

Entrevisté en persona hace años a Sara Mesa, concretamente en junio de 2017, a raíz del taller literario 'Por Alusiones' que impartió en La Casa Encendida. Me había enterado tarde del taller para asistir como alumno pero me lo dijo alguien que sí asistió, mi buen amigo el periodista y realizador de documentales Óscar Falagán. Acudí como oyente a una de las sesiones y me gustó mucho las dinámicas que generaba con los alumnos, y las reflexiones que ocasionaba. Mi entrevista con Mesa en una pausa de la sesión fue muy agradable, creo que transmitía claves para entender más su obra y su manera de ubicarse en el mundo. Aquella entrevista quedó sin publicar. Por lo que la publicó aquí.

            En otoño de 2021, Mesa publicaba Perrita Country en la editorial Páginas de Espuma, una novela corta quizás de menor envergadura en su obra pero que me gustó por todo lo que enuncia de la convivencia con animales domésticos, por el desconocimiento y la frontera en la relación seres humanos-seres vivos. En esa ocasión le hice una entrevista con vistas a actualizar aquella entrevista inédita que me parecía interesante publicar. Desgraciadamente esta última entrevista fue por email. Quizás por mi premura y el habitual ritmo acelerado en el periodismo, por mi torpeza, por la frialdad de ese formato electrónico o por otras causas, la entrevista cojeaba.  Publico ambas entrevistas aquí, en mi blog, separadas y organizadas cronológicamente para conocer más a Sara Mesa.

           

Escribir es un acto de fe, un acto de vida. Que también implica un tránsito solitario. Con sus etapas, su fluidez o sus bloqueos. Un discurrir vital muy alejado de una visión romántica de la creación. Porque escribir es arriesgar, elegir un camino y recorrerlo a conciencia. En ese proceso camina Sara Mesa (Madrid, 1975). Que estudió periodismo, se licenció en filología hispana, fue profesora de lengua española y literatura (ahí está la semilla de su novela Cuatro por Cuatro, Anagrama, 2012), pero encontró que lo suyo es la escritura. Mesa cuenta con una escritura que ahonda en la herida, en los lugares tenebrosos del alma, en esos terrenos ocultos que no queremos ver, que queremos ocultar. Su estilo parece que busca el quiebro, el lugar de ruptura vital. Se adentra por la psicología humana de una forma sigilosa o fulminante. En el mundo online y las relaciones epistolares vía email en Cicatriz (Anagrama, 2015), en la relación entre una adolescente y una persona mayor en un parque en Cara de pan (Anagrama, 2018) o con una mujer traductora que se va a vivir sola al campo en  Un Amor (Anagrama, 2020), ésta última novela convenció a crítica y lectores, obteniendo el premio al mejor libro del año en numerosas publicaciones. También domina otros géneros, como los magníficos relatos de Mala letra (Anagrama, 2016) o el ensayo Silencio Administrativo (nuevos cuadernos Anagrama, 2019). Ahora Mesa vuelve con una novela corta, Perrita Country, editada el pasado mes de octubre por Páginas de Espuma, e ilustrada por el Premio Nacional de Ilustración Pablo Amargo. Una novela  que indaga en la convivencia con los animales: nos conduce por otro sendero, y vuelve a darnos otro quiebro. Conversamos con ella para entender más su nueva obra y su trayectoria.


“Me interesa la naturaleza humana y sus contradicciones, que son muchas”

 “Me interesa la naturaleza humana, sus giros extraños y anómalos, porque es lo que me hace mirar”


2017

¿De dónde le surge la necesidad de escribir?

Planteada así, pues quizás de pequeña. A la alemana Krista Wolf cuando le preguntan, siempre dice que aprendió a escribir de pequeña. Y esa necesidad de manera latente la llevas dentro. Lo que pasa es que yo empecé a escribir tarde, con 30 años. Y previamente había leído mucho pero no se me había pasado la idea de escribir. Con 30 años no es tarde. Hay gente que empieza mucho antes, demasiado pronto para mi gusto.

 

Una de las cosas más difíciles es tener una voz propia ¿Es algo que se hace o sale de una manera natural?

Creo que es algo natural. Algo que unas personas tienen, y otras no. La escritura, o el modo de expresión, es algo más propio en unas personas que en otras. No creo que haya nada malo en decir eso.

 

¿Considera que su prosa representa la crudeza?

No lo rehúyo, lo busco. Lo que pasa es que cada vez lo estoy buscando más en lo cotidiano. Estoy tratando de quitarme cierta mirada efectista, golpes de efecto, o forzar esa parte de la narrativa que lleva hacia lo cruel, lo grotesco o lo sórdido. Y lo veo más en lo cotidiano. Pero lo cotidiano aparece entremezclando con muchas otras cosas. Me gusta esa mezcla. Eso es muy difícil de llevarlo a la escritura. Digamos que ese es mi reto. Yo no sé si eso está conseguido en mi prosa, o si representa algo… representar algo es como si ya hubiera algo, y eso es un espejo.

Hay una parte de mi escritura y de cualquier otra, que es de creación. Con los materiales de la vida creas otra cosa. No solamente representar la crudeza de la vida o de lo cotidiano.

 

En relación con la crudeza ¿Cree que el mundo creativo es demasiado amable o benévolo?

Creo que lo que define a la buena literatura no es en sí que incomode al lector, pero sí que le toque la fibra sea de una manera o de otra, e incomodando en muchísimos casos. Haciendo parte al lector de esa historia. Incluso aunque sea ciencia ficción, porque habla de los miedos de ahora. Y un buen libro de ciencia te está tocando de cerca… Todo lo que te toque. Que leer sea una experiencia. Como la gran mayoría de los libros que yo leo son así, me da la sensación que la literatura en general hace eso. Pero si entendemos en grandes números y en grandes movimientos comerciales, imagino que lo que se lleva es lo contrario, claro.

La gente quiere un amigo para meterse en la cama, y un buen libro que no dé problemas, que te ayude en la vida. Para pasar el rato. La evasión también. Hay muchos libros que duele leerlos. Yo ahora mismo estoy leyendo a Lionel Shriver, la escritora americana, la que escribió Tenemos que hablar de Kevin, que fue su libro más conocido. Sus libros los lees y no pasas indemne por ellos, porque son libros que te están hablando de ti, de la peor parte de ti, probablemente. Y uno no quiere leer ciertas cosas…


“Lo importante es ser auténtico, mirar hacia adentro y escribir de temas que nos preocupen o nos toquen”


Siempre ha habido muy buenas narradoras, escritoras ¿Cree que ahora se les da mayor visibilidad, más voz?

Sí, sin duda. Desde luego hay mucha gente muy buena. Es innegable la calidad. Ha llegado un momento de cambio. Ese territorio estaba mayoritariamente copado por hombres, y la presencia de la mujer era marginal, era casi siempre la anécdota. Uno pensaba en un escritor, y pensaba en un hombre. Creo que eso ha ido cambiando. Hay más permeabilidad y lo interesante es que los hombres piensen que los libros que escriben las mujeres también pueden interesarles a ellos. Que las mujeres no sólo escribimos de nuestras cositas, que parece que esa es la sensación.

Me preocupa que se piense que ahora mismo es bueno ser mujer escritora, porque está de moda y todo eso. Me preocupa el término “está de moda”, porque cuando una cosa está de moda, deja de estarlo.

Tú ves los manuales de bachillerato de secundaria y verás que te hablan mayoritariamente de autores hombres. Eso sigue siendo así todavía. Cuando lo decimos, todavía hay gente que dice que somos unas histéricas. Cuando hablamos de los autores de los 70 se sigue hablando de Javier Marías, de Eduardo Mendoza, y no nombran a Ana María Matute, ni a Carmen Martín Gaite… Es increíble. Y son mejores, aunque les pese. Todavía hay mucho que hacer. Sobre todo en el mundo universitario. Creo que los lectores van por delante de la universidad, y de la crítica.

 

¿De esas primeras novelas hacia dónde ha derivado su escritura? Ha cambiado, y sigue derivando hacia algo, y no sé muy bien hacia dónde. No está parada, está avanzando.

 

¿Cómo definiría aquella escritura inicial?

Pues al ser más inmadura era una escritura más excesiva. Había cosas que me desbordaban. Era más extravagante y estrafalaria. Ahora intento buscar todo eso, pero en la normalidad. Y eso estilísticamente también se nota. Confío en el lenguaje, entonces me gusta usar las palabras normales. Y para mí el reto está en la construcción de la historia, en los puntos de vista, en las estructuras, en esos vaivenes internos que muchas veces no son visibles. Y no tanto en el lenguaje, o en cierta acumulación, o en la creación de efectos.  Eso sí que lo he depurado mucho.

Luego también he ido cogiendo confianza y uso menos la alegoría. Al principio usaba escenarios más alegóricos, simbólicos, para hablar de cosas que me inquietaban. Porque la creación de una alegoría o de un símbolo es como una coraza que te protege. Cuando eso lo quitas y estás hablando ya de personajes reales, que incluso el lector puede pensar ¿será ella?, ¿le habrá pasado a ella? Ahí te tiras a la piscina, te haces más vulnerable. Y eso es una cosa que a mí antes me daba mucho miedo, y ahora no me preocupa.


 “La gente quiere un amigo para meterse en la cama, y un buen libro que no dé problemas, que te ayude en la vida. Para pasar el rato” 


Foto: Sonia Fraga (c).


Así crea una sensación de cercanía con el lector, no por ello es más simple. Jugar con estructuras que sean más accesibles, no quiere decir que su prosa sea más sencilla.

Para nada. Luego los temas siempre han sido más o menos los mismos. Me interesa la naturaleza humana, y sus contradicciones, que son muchas. Y el ser humano, que es fascinante.

 

Y, ¿qué cree que hace que algo pueda salir más o menos logrado?

Yo creo, resumiendo y generalizando mucho, que lo importante es ser auténtico. No intentar impresionar al lector (sorprenderlo o ser más original que nadie). Cuando uno escribe uno debería olvidarse de que tienen un lector, de que va a mantener a un lector. En lugar de mirar hacia fuera, es más importante mirar hacia dentro, e intentar escribir algo auténtico incluso de temas que a nosotros nos preocupen y nos toquen. Y normalmente eso hace que el texto sea mejor casi siempre.

 

Al final te empapas de la realidad que te preocupa, y te inquieta. Su prosa es dura imagino que por las circunstancias socioeconómicas que estamos viviendo en este país ¿no?

Sí, no puedes escapar a tu entorno tampoco. Normalmente, comprendo que la vida está hecha de muchos ingredientes, unos más luminosos y otros más oscuros. Pero yo escribo sobre lo que me inquieta. Y lo que me inquieta normalmente es lo oscuro. No es que sea una pesimista. De hecho, intento no serlo. Pero claro no sé escribir sobre lo que va bien. Sé escribir sobre lo que va mal. Y después lo que te he dicho, me interesa la naturaleza humana, si veo una persona que de pronto tiene un giro en su comportamiento que lo hace extraño o anómalo, me interesa escribir sobre eso porque es lo que me hace mirar.

 




2021

Perrita Country muestra algo que ya mostraba en Un amor, el mundo de la convivencia con los animales ¿Considera que relacionarse con animales es otra manera esencial de relacionarse con la vida, o presenta otras implicaciones?

Los animales, más allá de las mascotas, están ahí, es imposible relacionarnos con la vida sin considerarlos de algún modo. Yo quería hablar en este libro del misterio de esta relación, de lo poco que sabemos de ellos.

 

¿Esa complicidad con lo animal nos hace otro tipo de seres vivos?

En relación con lo anterior, me cuesta hablar de complicidad, no podemos ser cómplices ni amigos de los animales porque no tenemos ni idea de qué piensan de nosotros. Podemos, eso sí, observarlos, respetarlos y admirar su belleza.

 

Su posicionamiento por los animales domésticos permanece dentro de la ficción ¿Las relaciones con seres vivos nos aportan, mucho más allá de una imagen psicoanalítica de sustituto del hijo, o de la pareja?

No creo en esa imagen psicoanalítica, eso de que los animales sustituyen a humanos es, en mi opinión, absurdo, y solo sirve para ridiculizar a quienes los aman.

 

También aparece en Perrita Country la soledad como elección personal ¿Cree que existe una fuerte presión social contra la gente que elige vivir sola?

No lo considero soledad. Es una mujer que en ese momento de su vida vive con sus animales, pero no está sola. El libro se centra en la observación del presente. No es ni un alegato de la soledad ni una crítica a ella.


 “Perrita Country es un libro distinto en tono y forma de los anteriores, pero creo que mantiene mi visión del mundo

 

Perrita Country transita por otros lugares. No noquea e incomoda como algunas de sus obras anteriores. Me parece un libro de sosiego, de asentamiento con el mundo y con el entorno ¿Abre una nueva senda en su obra?

No lo sé. Es un libro distinto en tono y forma a mi escritura anterior, pero creo que mantiene mi visión del mundo. No sé cómo evolucionará el resto de mi obra.

 

En la feria del libro me dijo que fue demasiado intensa la promo de Un amor ¿Cree que su novela más dura e incómoda que ha escrito? ¿Por qué?

No, en absoluto, pero es la que más se ha leído y comentado, y yo he acabado un poco cansada de ella.

 

¿Está es su primera experiencia de poner imágenes / ilustraciones a tu narrativa? ¿Cómo ha resultado la experiencia? ¿Cree que se complementan, que se funden?

No es la primera, hace ya muchos años publiqué un librito, La sobriedad del galápago, que llevaba ilustraciones de Mimi González. Pero esto es muy diferente. La historia no se ilustra, no se representa. Las ilustraciones de Pablo Amargo parten de la abstracción y la sugerencia. Son dos caminos paralelos: avanzan en la misma dirección pero no se tocan.