CINE
En defensa de la dignidad
DOS DÍAS, UNA NOCHE (Deux jours, une nuit)
Bélgica, 2014
Duración: 95 minutos
Directores y guión: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne
Fotografía: Alain Marcoen
Reparto: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Pili Groyne, Simon
Caudry, Catherine Salée, Batiste Sornin, entre otros.
Género: Drama Social
El cine de los hermanos Dardenne
siempre ha sido fiel a unos principios, a una defensa de los derechos humanos y
de la humanidad, a desvelar la realidad con toda su rudeza, sin aspavientos,
pero al mismo tiempo mostrar la fragilidad, las situaciones límite, la lucha
por la supervivencia, el poder del cambio, mostrar la fealdad y la belleza de
la naturaleza humana. Y en esa trayectoria coherente y fiel a una idea de
mostrar la realidad más cercana que nos rodea, han conseguido establecerse como
referentes de un cine social comprometido de alta calidad y mirada profunda y
rigurosa. Observamos su voluntad de reflexionar sobre el mundo que nos rodea y
la sociedad en la que vivimos, haciendo pensar al espectador, no dando nada por sentado, combinando puntos
de vista y saliéndose de los estereotipos y de los prejuicios más evidentes.
Su novena
película, ‘Dos días, una noche’, acota temporalmente la acción a un fin de
semana en el que Sandra (Marion Cotillard) hace frente una situación límite: su
inminente despido tras su baja por depresión, porque el director de la empresa
planteó a los trabajadores decidir entre el cobro de un incentivo de 1.000
euros o el despido de una persona que sería ella, sus compañeros decidieron su
despido, pero una compañera suya consigue que se produzca una nueva votación de
los trabajadores el lunes, tras el fin de semana. Sandra intenta hablar con cada
uno de sus compañeros, mientras el reloj corre.
Sandra sale de estar desubicada, de
haberse perdido, su marido Manu, (Fabrizio Rongione), apoya incondicionalmente
a su mujer, para que no se venga abajo, ofreciendo su confianza y creyendo en
ella. Estando presente ante sus responsabilidades para que sus dos hijos sigan
su vida con normalidad. Marion Cotillard borda un papel, donde la vida de
Sandra se tambalea y se precipita al abismo de la oscuridad, de la destrucción
del ser, de la duda vital y de la ansiedad y de la falta de seguridad en sí
mismo. Es el reto de la vida frente a la enfermedad, al no ser, al dejarse
caer, al doblegarse ante uno mismo y ante las circunstancias. Cotillard refleja
las luchas del ser por seguir, las vacilaciones, los interrogantes y el peso de la obligación, el camino
hacia la cuneta o la continuidad. Recibe el apoyo solidario y humano de los
suyos y de colegas de trabajo. La situación pone en tela de juicio el
compañerismo en el trabajo, la necesidad de unión en temas colectivos, el valor
social del dinero, cuestionar el dinero por encima de tus derechos y
condiciones laborales.
Con esos
planos cercanos, próximos, los hermanos Dardenne te meten en los personajes, te
acercan al aliento de los personajes, a su respirar, al latir, consiguendo así aumentar
la tensión dramática. Los momentos musicales son liberadores, hay momentos de
impacto, hay garra, hay vida y visceralidad, y sobresale el juicio por encima
de todo, la cordura. La capacidad para sobreponerse y reaccionar. Sandra
contacta a sus compañeros durante ese fin de semana gracias al apoyo de una de
sus compañeras y amigas. Saca todas sus fuerzas para hablar personalmente con
todos ellos y echar un pulso a lo que parece inevitable: su despido. Y
encuentra diferentes reacciones. Todas muy legítimas: conflictos de pareja,
egoísmos, violencia, racismo, el miedo al qué dirán, humanidad o el
individualismo reinante en los ambientes de trabajo. La película cuestiona la
realidad del trabajo en equipo en las empresas. Y ofrece un revulsivo, mientras
no te venza la enfermedad, la muerte, la inacción, la depresión, aún hay mucho
que ganar. Mientras no pierdas tu dignidad, siempre tendrás una oportunidad
para cambiar las cosas, ya sea por ti mismo y/o agrupándote. Si no cambias las
cosas en un sitio, siempre podrás encontrar tu lugar en otra parte. Sigue
defendiendo tu humanidad, tus derechos, tu vida. ‘Dos días, una noche’ es
brillante en lo técnico e interpretativo, y sobre todo en el contenido: con
todos esos cuestionamientos, con ese empuje por agarrarse a la vida, a la
esperanza y a la búsqueda: en no perecer a pesar de los golpes de la vida.
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