*Recupero una entrevista Julio de
la Rosa, publicada la semana pasada en notodoesindie.es
Con motivo de su Goya a la Mejor Banda Sonora por La Isla Mínima en este año
2015.
LA ISLA MÍNIMA
(España)
Año: 2014
Duración: 105
minutos
Director:
Alberto Rodríguez
Guión: Alberto Rodríguez, Rafael
Cobos
Música: Julio de la Rosa
Fotografía: Alex Catalán
Reparto: Raúl Arévalo,
Javier
Gutiérrez, Nerea Barros,
Antonio de la
Torre, Jesús Castro,
Mercedes León,
Manolo Solo,
Jesús Carroza,
Cecilia
Villanueva, Salvador
Reina, Juan Carlos
Villanueva
Productora: Atresmedia Cine /
Atípica Films / Sacromonte Films.
Distribuidora: Warner
Género: Thriller.
Intriga.
Cine negro
| Policíaco.
Años 80.
Asesinos en
serie. Secuestros /
Desapariciones. Vida rural
Podemos
decir sin ningún género de dudas que La Isla Mínima es de las mejores películas
que se han hecho en nuestro país en los últimos años. Y no sólo a toro pasado
tras conseguir diez premios Goya 2015 el pasado sábado 7 de febrero. Los
premios no siempre reflejan todo el trabajo y el talento que hay detrás de una
obra. Los premios ayudan pero no son lo único. Pero en este caso los premios se
han aliado con este gran thriller. Ya lo hicieron en el pasado Zinemaldia de
San Sebastián premiando al mejor actor (Javier Gutiérrez) y a la fotografía.
Y es que ‘La
Isla Mínima’ no es un thriller cualquiera, es un thriller con sustrato, con
varias tramas, muy bien ambientado (de eso tiene la culpa la fotografía, las
localizaciones, la banda sonora, el vestuario, entre otros elementos), muy bien
interpretado (fantásticos los dos policías que interpretan Javier Gutiérrez
(Goya al mejor actor) y Raúl Arévalo; también Antonio de la Torre, Nerea Barros
(Goya a la mejor actriz de reparto) o Jesús Castro (protagonista en El Niño),
con una fotografía de Álex Muñoz sorprendente (y unas fotografías aéreas espectaculares
de Héctor Garrido (fotógrafo del CSIC), de
los paisajes fractales). Cuenta con un guión muy bien labrado por Alberto
Rodríguez y Rafael Cobos (fiel colaborador de Rodríguez), una intriga creciente
sobre el asesinato de dos adolescentes hermanas que se bifurca en otras líneas,
con un señor andaluz terrateniente por medio, con los jornaleros en huelga
pidiendo un sueldo digno, con el trapicheo propio de las rutas de entrada de
droga, la dureza de la vida rural, y la
sensación de miseria y de poco futuro de esa tierra.
Todo ello rodado
en un paisaje que encandila y atrapa, al mismo tiempo que te hace sentir
enjaulado. Navegar por esos caminos que se convierten en laberintos, de tierra
y agua. Las marismas del Guadalquivir son el escenario ideal, para una historia
ambientada en la década de 1980, con la transición cerca y el pasado oscuro de
uno de los policías destinados a resolver el doble crimen. Tiene mucho de
mágico ciertos lugares o ermitas, esa mujer que lee el pasado y el futuro, y
esa calima de polvo y sudor, de luchar por la vida: aquel buscavidas ladrón y
cazador de animales que se conoce al dedillo esas tierras, y que al final acaba
ayudando gratis a los policías, el chaval Quini y su lado arrogante con los
policías, su aureola turbia y ese carácter bribón con las chicas; la confesión
borracho del que fue novio de otra chica asesinada; los padres de Carmen y
Estrella (las chicas asesinadas); las compañeras de clase de las chicas; la finca
que se alquila; el fotógrafo del diario de sucesos el Caso; los chanchullos de
la Guardia Civil y del Gobernador, etcétera… Todo son elementos que están en su
justo sitio. Que hacen que la película transmita angustia, intriga, injusticia,
y que sirva de retrato de una sociedad la española, la andaluza, que por mucho
que tenga muchas cosas que cambiar a mejor, tiene garra y sigue adelante.
Todo parte de
un lugar común a muchos thrillers, un crimen (en este caso doble) pero que toma
múltiples direcciones, por un escenario que limita pero que enriquece la imagen,
por un reparto espectacular y por el trabajo de un equipo en el que Alberto
Rodríguez confía plenamente desde hace años y con el que repite, desde la
fotografía hasta la música (la música de Julio de la Rosa se adapta como anillo
al dedo a la trama) y el guión, pasando por actores como Antonio de la Torre. Y
eso se nota. La lucha por sacar un cine con sabor andaluz y mostrar la
fortaleza del terruño y la grandeza de una gente, que se crece pese a las
dificultades. CINE con mayúsculas. Es un homenaje al cine de autor, a la tierra
andaluza, a la España rural y a su pasado histórico aún no superado; pero sobre
todo a las gentes de los sitios remotos y perdidos, a qué existen, a que están
ahí. A sobrevivir pese a todo.