Depresión,
ultrapresión y apocalipsis
NUDOZURDO
Sábado
17 de junio
Ochoymedio
club @ BUT (Madrid)
Sirva
como excusa la publicación de los cinco temas que constituyen el EP
‘Ultrapresión’ para devolver a la actualidad a uno de los grupos más redondos
de la escena nacional. A pesar de ser los descartes de su último disco ‘Tara
motor hembra’ (2011), hay pegada, joyas como el sencillo “Chico promo”. Los
madrileños Nudozurdo vuelven al redil, ahora reducidos a formato trío, con
ganas de reinventarse. Su concierto en Madrid sirvió para demostrar la
solvencia de una banda mayúscula: la pegada que tiene la base rítmica de bajo y
batería, redondos Meta y Josechu; y para confirmar la amplitud de registros que
Leo Mateos quiere dotar a sus directos, para que adopten nuevas formas,
improvisando riffs, alargando canciones, configurando una nueva dimensión de
sus canciones.
Nudozurdo
son carne de directo: áridos, abrasivos, rotundos y savia fresca a las
propuestas arriesgadas, con un desarrollo conceptual robusto, regio, que va de
lo bizarro, a lo adictivo, a lo enfermizo, pasando por la oscuridad y lo
fantasmagórico. ‘Sintética’ (2008), su segundo disco, les catapultó a la
primera parrilla de la escena nacional. ‘Tara motor hembra’ les confirmó su
estado de gracia y les dejó en un sitio privilegiado. Pero un largo paréntesis
y la cancelación de su gira, tras el paso triunfal por el FIB 2011, les mantuvo
fuera de la actualidad. Ahora vuelven para quedarse, al menos así lo deseamos,
y así lo confirman el reciente acústico de Leo Mateos en el Heliogàbal de
Barcelona, este concierto, su próxima cita en el festival Véral Rock de
Valladolid y sus fechas para el ciclo Nocturama de Sevilla y en el festival
Mirador Pop de Cádiz. Lo suyo es rock afilado, neurótico, lleno de fantasmas,
poco autocomplaciente e incendario. Ante rescates, recortes, quiebras,
corruptelas y desesperanzas Nudozurdo se erigen como la banda sonora ideal para
el fin del mundo.
En
su retorno jugaron a la grande y consiguieron un órdago en toda regla. El
público rendido desde la primera canción. “Mil espejos”, “Negativo”, “Golden
gotele”, “Prometo hacerte daño” o “Prueba / Error” sonaron radiantes y con la
chispa adecuada. Incluso adoptaron otras sonoridades, algunos matices de riffs,
de devaneos a la guitarra que otorgan a la banda una credibilidad aún mayor. Pero
la palma se la llevaron piezas largas como “El hijo de dios” (genial ver al
respetable coreando “Yo, soy el hijo de dios”), “Dosis modernas” y ese suave
cadencia con aroma a decadencia, o la letanía redonda de “Laser love” (con ese
aire bluesy en la guitarra y un bajo muy funk). Canciones que triunfaron por el
poder improvisador de un Leo en estado de gracia. Vueltas de tuerca necesarias
para ofrecer algo nuevo en directo, más allá del sonido pulido y redondo de las
grabaciones de estudio. No faltó el guiño a su primer disco con “Utilízame”. Cerraron
con el nervio y la garra de “Chico promo”. Ojalá hayan vuelto para quedarse.
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