Recupero la crítica que escribí en catalán en el extinto Diari de Balears de su concierto (verano de 2008) en el Palma Arena de Palma de Mallorca.
TEXTO EN CASTELLANO
Diana Krall: O como la fragilidad
del jazz supera recintos y burguesías
Por Andrés Castaño
El
jazz se gestó en los clubs de mala muerte. En ambientes decadentes, llenos de
excesos, pero rebosantes de talento. Un concierto en un teatro es puro
refinamiento burgués, gana en calidad en comodidad, en exquisitez pero pierde
en espontaneidad, en cercanía, en improvisación. En un Palacio de Deportes, la
esencia se banaliza y se desdibuja.
El martes por
la noche el Palma Arena, un lugar poco refinado y poco decadente, e impropio de
un evento musical con ‘solera’, acogió el concierto de Diana Krall, la musa
blanca del jazz vocal del siglo XXI. En un escenario sobrio, presidido por un
piano de cola, Krall y su soberbio trío (Robert Hirst, contrabajo; Anthony
Wilson, guitarra y Jeff Allison, batería) deleitaron al público con la eficacia
de los grandes estándares de jazz vocal: Cole Porter (I’ve got you under my skin), Nat King Cole (Do I love you), Burt Bacharach (The
look of love), entre otras.
Krall exponía
toda su belleza rubia, en dos pantallas gigantes. En la pista el sonido empezaba
a reverberar más allá de la mesa de sonido, ¿se perdería en las gradas? La
fragilidad conquistaba al público, quién castigaba al que rompía la fragilidad
del jazz en vivo.
La audiencia
disfrutó de joyas del jazz vocal, que son pura seda interpretados por Diana
Krall y su trío. Krall se mostró encantada en Mallorca, prometió volver. ¿De
vacaciones?¿Acompañando a Elvis Costello? Cerró la noche con la maravillosa S’Wonderful, de los Gershwin. Todo ello
a pesar de la frialdad del recinto. La victoria de la música ante la inmensidad
y la burguesía.
Añado la crítica del concierto del pasado martes 22 de octubre de 2015, en el Palacio de los Deportes, en el inicio de su gira europea. Publicado en ABC.
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