Su nombre artístico es Dom La Nena, queriendo apelar a ese
punto de energía vital del niño, de la nena que es ella, porque nuestra
naturaleza personal crece y madura, pero es bueno guardar esa energía y esa
alegría que tienen los niños. La infancia como un lugar donde la música brota y
emerge. Es una chelista virtuosa, que ha tocado con músicos franceses
destacados como Étienne Daho, Jane Birkin o Camille, entre otros. Ha publicado
dos discos ‘Ele’ (Zamora Productions, 2013) y ‘Soyo’ (Six Degrees Records /
Caroline, 2015). Reside en París en la actualidad pero nació en Brasil y vivió
en Buenos Aires.
Cautiva su magnetismo en directo para
levantar a la gente y hacerles bailar desde la más absoluta naturalidad.
Quienes la vieron en diciembre de 2015 en Conde Duque, o telonenando en abril
de 2016 a Julieta Venegas en la sala But, lo saben. Entonces presentaba las
canciones de su disco ‘Soyo’, su último disco de larga duración hasta la fecha.
Pude conversar con ella en diciembre de 2015 tras su concierto en el Auditorio
de Conde Duque, dónde también estuvo Jonás Trueba quién le regaló un dvd de Los
y esto es lo que dio de sí una charla de menos de 15 minutos.
El próximo jueves 26 de enero vuelve
a Madrid, al Café Berlín. Antes pasará por Sant Cugat del Vallés, el martes 24
de enero tocará en el Auditori. Y el miércoles 25 de enero en la Antiga Fàbrica
Damm de Barcelona.
¿Qué significa Soyo,
por curiosidad?
Todo y nada. Me gusta el hecho de que fuera una palabra que
no existiera. Mi primer disco se llamaba ‘Ela’ (2013), y fue un disco
experimental, porque ni siquiera pensaba en sacar un disco cuando lo grabé. Lo
hice de manera inocente, artesanal, muy pura. Lo llamé Ela porque era una
faceta que estaba descubriendo, que era muy nueva para mi, y lo veía como algo
exterior casi.
Después de sacar el disco hice muchos conciertos y lo tuve
que llevar. Y con el tiempo fui conociendo esa faceta mía.
El segundo disco es mucho más afirmativo, mucho más asumido,
me gustaba llamarlo Soyo porque puede ser un lugar, una comida, un nombre, una
lengua… Pero al mismo tiempo es un título que tiene muchas menos dudas con la
identidad de uno mismo.
Juegas mucho con el
papel de la identidad, en la canción “Soy La Nena”, con ese ubicarte en el
mundo ¿Ha influido el hecho de haber vivido en distintos sitios?
Sí, claro.
¿Es un tema capital
para ti la identidad?
Sí, es algo de toda la vida. Es una cuestión evolutiva, no
tengo siempre las mismas dudas en relación a mi identidad pero siempre hay
dudas.
En este disco no tengo las mismas dudas que en el primero,
dónde las dudas giraban entorno a la nacionalidad, a la cultura, de mi origen…
Estaba cantado más en portugués.
Este segundo es más personal, de sentimientos universales que
todos tenemos
El chelo es tu
instrumento principal ¿Desde cuándo? ¿Has estudiado en conservatorio?
Sí, desde los 8 años. Empecé a los 7 en Brasil. Y luego a los
8 me fui a París y ahí entré en un conservatorio municipal. Y a los 10 me puse
a fondo. No hacía otra cosa que ir a la escuela y estudiar chelo. Y estaba
decidida en ser chelista. E hice una carrera musical hasta los 18.
¿Y te ha ayudado mucho
la carrera musical?
Claro, obvio.
¿No es muy encorsetada?
Fue algo fundamental, principalmente para el chelo. Pero
incluso fundamental para la vida. El estudio de la música clásica es algo que
todos deberíamos hacer, desde detalles vitales hasta cosas más complicadas.
La disciplina, el método, el cuidado con el detalle que hay
en la música clásica es algo fantástico, que se encuentra raramente.
Pero llegó un momento cuando tenía 18. Tuve una cierta
crisis. El ambiente se convierte en algo muy pesado, muy competitivo porque hay
muy poco lugar. Entonces me venía cuestionando que quería hacer con el chelo.
Y ahí empecé a hacer música popular. Me llamaron para
colaborar con Jane Birkin con ‘Enfant d’hiver’ después de ‘Arabesque’.
Y cuéntame qué tal la
experiencia de haber tocado con Camille, con Jeanne Moreau y con Étienne Daho
Cada uno me inspiro de una manera diferente. Aprendí mucho
pero cosas opuestas. Para mí fueron los primeros conciertos que hacía.
Compartir escenario ya es una maravilla, un regalo. Ahí me profesionalicé.
Antes compartía escenario con estudiantes, en ese momento compartía escenarios
con músicos con un madurez notable. Me convertí en una esponja. Y absorbía de
manera inconsciente, un máximo de información y de cosas.
¿Tienes una vena yogui o
espiritual? porque has salido con una inspiración increíble…
No hago nada especial. Cuando empecé a tocar sola al
principio me costó llegar a esa concentración, pero con el tiempo te das cuenta
que cuando estás en el escenario es como una lupa. Cuando me veo en vídeo me
doy cuenta cuando tengo un fallo, cuando no estoy al 100% ahí. Cuando algo te
despista. Toco sola y tengo mucho que hacer. Y cada detalle cuenta. Desde hasta
donde está el shaker. Y toco con loops, así que me equivoco ese error me
acompaña…
Lo de la vena espiritual
lo digo por canciones como “Anjo Gabriel”
Pues esa canción la hice para mi psicoanalista. Es otro tipo
de… Para mi es mi meditación y mi terapia. Mi madre es psicoanalista, así que
es algo que llevo en la sangre. Yo empecé desde muy chica. Es casi una adicción
para mí. Anjo Gabriel fue de las primeras canciones que hice, y casi de cada
vez que salía de una sesión de mi psicoanalista, casi escribía un tema. Así que
se convirtió casi en una rutina.
Para mi escribir la música tiene mucho que ver con el inconsciente.
Y el psicoanálisis es estudiar tu inconsciente, así que uno y el otro van muy
bien juntos.
La mezcla que haces es
muy curiosa, mezcla de sonoridades, mezcla de lenguas… Me recuerdas a Lhasa y a
Bebel Gilberto ¿Son artistas que te gustan?
Con Bebel no me identifico mucho. Pero con Lhasa sí, me
identifico mucho. Y aparte Lhasa tiene
mucho de la raíz, de uno, de la identidad, del viaje, del movimiento en la
vida… Me identifico muchísimo, y a veces es un poco desconcertante para mí.
Porque hice mi primer disco y conocí su música muy tarde, hace unos años y
claro no pude verla en vivo. Cuando salió mi primer disco mucha gente me dijo
que le recordaba a Lhasa, pero entonces yo no la conocía. Y quise saber quién
era. Pero no me comparo con ella, porque es intocable.
¿La música brasileña sí
que es un foco importante para ti?
Sí, mucho. Muchísimo. Más de la MPB (Música Popular
Brasileña), de la nueva música brasileira escucho mucho menos. Me encanta la
música de entre 1940 y 1980.
De la francesa, salvando Camille….
No me siento muy cómoda cantando francés o expresando. Quizás
porque es mi idioma del día a día.
¿Quieres experimentar
con otros instrumentos?
No, ya no sé más que puedo experimentar más (risas).
Para probar instrumentos que no sabes tocar, lo puedes hacer
en disco porque puedes repetir las veces que quieras, pero en vivo tienes que
tener una cierta base. Por ahora voy de a pocos. Ya con lo que hago me basta.
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