MIENTRAS DURE LA GUERRA
&
LA TRINCHERA INFINITA
Dos películas españolas recientes tocan
el pasado, removido por la actualidad, ya sea de manera directa, por la
exhumación de Franco; o de manera indirecta, por el tema catalán, más allá del
procès. Una, ‘Mientras dure la guerra’ de Alejandro Amenábar, estrenada el
viernes 27 de septiembre de 2019. Y otra, ‘La Trinchera Infinita’, dirigida por
Jon Garaño, Aitor Arregui y José María Goenaga, que se estrena el próximo viernes 25 de octubre, vienen a recordarnos que la guerra civil sigue siendo un tema no
superado por la sociedad española.
No en vano ya vemos el conflicto y el revuelo que ha
causado la exhumación del dictador Francisco Franco. En cualquier país no se
habría mantenido un mausoleo a un caudillo tras 41 años de democracia. Algo
permitido por todos los gobiernos democráticos. Que la transición democrática
no se hizo de la manera más eficaz posible, pese a la Ley de la Amnistía de
1977 y a que se desechó la ley de la Reforma Política lanzada por Arias
Navarro, es evidente vista la actualidad política.
En este caso, el arte, a través de dos obras audiovisuales viene a recordarnos que no se puede olvidar la historia reciente, negada por algunos e ignorada por otros. Y la importancia de mostrar la realidad silenciada, de dialogar, de cerrar heridas y de cumplir con el duelo de muchos familiares y familias tocadas de manera frontal y directa por tal asunto de gran calibre. Ante todo es a partir de historias personales, individuales, focalizadas, donde nos identificamos, porque vemos el daño hecho, un daño plausible, abierto y muy abierto.
A fecha de hoy, ‘Mientras dure la guerra’ ha
superado el millón de espectadores y 6,5 millones de euros de recaudación, y no
lleva ni un mes en cartelera. Han sido muchos los periodistas culturales que
han criticado ‘Mientras dure la guerra’, mencionemos como ejemplo a dos
clásicos de la crítica cinematográfica como Carlos Boyero u Oti Rodríguez
Marchante.
Boyero comenta en vídeo. Por cierto ese
audio en directo tan bajo y en mono, contrasta negativamente con los clips de
las películas, ¡por favor! Lo dicho a Boyero siempre le inspira respeto Amenábar,
como trata con sobriedad la historia, y como dirige a los actores Karra
Elejalde y a Eduard Fernández. Sobre ‘La Trinchera Infinita’ reconoce el
interés que le ha despertado y el estilo que muestra este cine, a la par que
alaba las interpretaciones de Belén Cuesta y de Antonio de la Torres, pero se
muestra más crítico, con el metraje y con el acento andaluz, a lo que sugiere
poner subtítulos. Esto último –ahora digo yo- no es para tanto, porque los
nativos pueden ¡Si se entiende hasta siendo de la Meseta!
Oti
Rodríguez Marchante lamenta los prejuicios y la ficción que entran en juego
en la película. Que se utilice como clímax narrativo ese “venceréis pero no
convenceréis” que no es seguro que dijera Unamuno. Rodríguez alaba la
interpretación de Elejalde, de Fernández y de Santi Prego, que hace de Franco.
Un Franco con apariencia de inocente y bonachón, pero que con pericia, astucia
y tesón desató lo indecible. Elogia a Amenábar por saber hacer un retrato humano
de la complejidad humana, en este caso de la de Unamuno, y presenta la
contradicción como elemento central del protagonista en la acción ¡Pero solo le
da 3 estrellas sobre 5!
Periodistas más jóvenes como Quim
Casas destaca la elegancia y la tensión que utiliza Amenábar en la
historia. Aludiendo a los cambios de Unamuno, a la evolución de la historia y
al clímax dramático. También subraya que el director no juega a los bandos,
sino que muestra la historia, antes de que aparecieran vencedores y vencidos en
escena. Se queda en un punto medio. Buscando las puntas a unos y a otros. Aún así,
también puntúa con 3 estrellas sobre 5.
La periodista cultural Lorena G.
Maldonado criticó la película a través de su cuenta de twitter. En la que
critica que manera firme la aproximación de Unamuno que hace Amenábar en manos
de Elejalde. Que si ramplón, sin hondura y con poca credibilidad intelectual.
Señalando que no se sigue la estela de las contradicciones sino de un
cascarrabias. A lo que puedo decir que si bien la película no es redonda y
tiene sus peros. Esa caracterización que indica Maldonado, es hiriente y se
queda en la caricatura.
El acierto de Amenábar es retratar las
contradicciones de un intelectual, los distintos estadios por los que puede
pasar alguien hasta conocer la realidad en primera instancia. Es en esas
incoherencias, quiebros y cambios de idea o postura, en los que se acerca a lo
real, o lo vívido. Porque la vida no es blanco o negro. Amenábar acierta en el
enfoque porque su narración empieza antes de que haya vencedores y vencidos. Elige
ese momento de alzamiento y de progresión. Retrata muy bien a los personajes.
Aunque coincida en el ligero punto histriónico de Unamuno que remarca Elejalde.
Pero la película funciona, y no por exaltar a miembros de España 2000 en cines,
ni por las críticas por un lado y por otro. Sino en que crea debate y señala la
brecha, el punto de inflexión.
Por su parte, “La Trinchera Infinita” aunque tenga
una duración de casi dos horas y media (147 minutos) es una película dotada de
mucha fuerza en su primera parte. Conectas con las historias humanas por su
verdad inmediata, posee un ritmo frenético inicial hasta que se centra en la evolución
histórica del topo. Y llega otro ritmo. Pero el acecho. Sí, ahí llega la
densidad. No me quedo con lo que aducen Nando
Salvá o Carlos
F. Heredero. No falta hondura psicológica, ni le falta valor al enfoque o
giros revulsivos al desarrollo. La tensión, el hastío del ‘topo’ (se denomina a
las personas perseguidas por el los nacionales que se escondieron para no ser
atrapados) que ya no sabe sí tiene valor o es un cobarde ¿El retrato podría
haber sido más exhaustivo, tanto de los protagonistas como del entorno? Sí, pero
los puntos de fuga de la pareja están ahí visibles pero sin asignar. Las
tensiones, los odios entre vecinos también aparecen ahí, silenciados o visibles. La fotografía busca la luz en la oscuridad y la
tierra. Y los protagonistas, Belén Cuesta y Antonio de la Torre hacen unas
interpretaciones magníficas.
En definitiva, La Trinchera Infinita es la historia
de una elección dura, la de ocultarse y esconderse por no morir, pero aún así
perder la vida. Es la historia de una sociedad derrotada por el hambre y el
sometimiento. Y también por el control, la censura y el colapso que produjo ese
cierre a lo exterior. Una historia ruda desde lo personal y lo emocional de lo
que supuso una herida de casi medio siglo. El cine nos refleja historias
humanas con un poder visual que nos hace un efecto inmediato. Y es que son
historias reales que sucedieron y que se repitieron (el tema de los ‘topos’).
No fueron hechos aislados. El tema catalán es consecuencia también de las
políticas de Franco, y de la discriminación y arrinconamiento de lo diferente
(la cultura vasca, catalana y gallega). Que todavía está abierta y que
tendríamos que desinfectar antes, para que cicatrizara ya de una vez por todas.
A ver si es posible ya. Que toca ya otro rumbo en esta sociedad española.
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