También premiaron a Los Hermanos Cubero, como mejor álbum de Músicas del Mundo. Tenía una entrevista inédita hecha con ellos en junio de 2018. Una entrevista con sustancia. Porque son gente con la que da gusto conversar. Aquí os la dejo
Me quedo con lo bueno
El
dolor como motor. El amor por encima de todas las cosas. Quique
perdió a su mujer. La música le acompañaba. Necesitaba expulsar el
dolor. Y comenzó a escribir canciones para espantar su pena, para
agarrarse a la vida. Ahí nació “Quique canta a la tristeza” (El
Segell, 2018), un disco con una carga emocional brutal, que nos
encanta, nos duele y nos conecta con la vida (y con la muerte,
asumiéndola, digiriéndola).
Los
Hermanos Cubero son una de las bandas que hacen grande el folclore
contemporáneo. Ya llevan su propio recorrido desde 2010. Una
trayectoria labrada por cuatro discos, dos de ellos autoeditados, y
un EP. Parten del bluegrass para abrazar estilos autóctonos, como la
jota, la seguiriya, las rondas, los pasacalles… Algo propio hecho
con mucho talento y creatividad.
Hablamos
con Roberto y Quique en persona antes de su concierto en Madrid, el
pasado mes de junio en Alevosía, amparados por SON EG. Ahora vuelven
a la capital dentro de la programación del Enofestival que se
celebra el próximo sábado 27 de octubre en el Círculo de Bellas
Artes.
Escuchando
vuestro disco me recordaba al ‘Skeleton Tree’ de Nick Cave porque
es un disco duro porque te toca la fibra. Cave perdió a uno de sus
hijos mientras lo estaba grabando. Y es un disco donde está bastante
presente la pérdida. Y aquí también ¿Era necesario para ti
Quique? ¿Roberto te dio vía libre?
Quique:
Al contrario Roberto me animó. Yo empecé a escribir para mí. Y al
darme cuenta tenía dos canciones sobre eso, porque era una forma de
ordenarme yo. Tenía muchas cosas en la cabeza y necesitaba ponerlas
en su sitio. Le enseñé las canciones a Roberto, porque es mi
hermano, y fue él quien dijo si juntas diez o doce hacemos un disco
con esto. Yo no lo tenía muy claro, porque es un estilo muy directo
y cambia mucho de lo que habíamos hecho hasta ahora. Al final me
acabó convenciendo.
Nuestra
sociedad no está acostumbrada a hablar del dolor y de la muerte ¿Qué
pensáis?
Roberto:
Es cierto. Todo lo contrario, se tiende a ocultar. Hay una canción
brutal del último disco de Lee Ann Womack, que habla que solo
hacemos fotos en los momentos felices. Y es brutal, porque los
momentos infelices también son importantes en la vida de las
personas (“forman parte de la vida” dice a la vez Quique). Y
nadie hace fotos cuando está jodido. Y este disco es una foto de un
momento jodido ¡Y está muy guay que esté ahí!
Yo
tengo un sentimiento encontrado. Por un lado es un disco vibrante,
pero por otro es bien jodido… Para ti Quique, ¿en ese momento la
música fue tu agarradera?
Quique:
Siempre lo ha sido. Pero sí es verdad que a veces me descubría
silbando una canción o cantando, incluso una canción alegre, no de
las mías, y me decía “¡Vaya ganas de estar cantando!”. De
alguna manera, me ha ayudado a pasarlo por alto en algunos ratos, y a
deshacerme un poco de ello.
Roberto:
Yo le insistí porque eran canciones buenas. Aunque sea otro estilo.
Quique:
De hecho se quiso mantener totalmente al margen. En otros discos cada
uno llevaba sus canciones y el otro participaba rematando las
canciones. Me dijo que eran mis canciones “y tienen que ser tuyas
enteras”.
Roberto:
Sí que he colaborado en armar la forma final y en los arreglos. Pero
son sus canciones. Yo puedo decir ideas, pero este disco no es de
ideas, es de sentimientos.
¿Tiene
que ser jodido cantar estas canciones de pérdida y duelo cada noche,
no?
Quique:
Ahora ya no. Ha llegado un momento en que he conseguido que sean
canciones. Siempre tienen esa carga. Pero me he distanciado un poco
de ellas. Pero ha habido días que ensayando tenía que parar y tocar
canciones de otros discos, porque me revolvía por dentro… Con el
tiempo se fue suavizando.
Roberto:
Aún así es muy difícil hay noches en las que ves al público
llorando y hay que estar concentrado para seguir.
Aún
así también eso propicia terapia colectiva. Porque hay mucho amor.
Hay pena, dolor y muerte pero ese amor circula ahí
Quique:
Sí, lo hay. El disco al final no es tan triste, es muy emotivo. Y sí
que hay momentos jodidos. No es que haya esperanza, porque lo que has
perdido, lo has perdido. Pero si queda ese recuerdo grato de lo
vivido. Y eso te queda ahí como algo positivo.
¿Cuál
es para vosotros el cambio de sonido entre ‘Acto y orgullo’ (El
Segell, 2016) y “Quique canta la tristeza’?
Roberto:
Son estilos casi, casi distintos. Pero nunca hemos querido estar
ligados a nada. La creatividad artística tiene que estar por encima
de todo. En este caso ha salido así. Y el siguiente será distinto…
Y está bien hacer cosas distintas, no queremos hacer un disco que
tenga una seguiriya, un romance, una jota,…
Quique:
Yo iba escribiendo, sin ninguna dirección. Claro que se ven mis
influencias, pero no pensé un estilo en concreto. Al principio
simplemente escribía lo que me salía. En principio no iba a ser un
disco…
Estáis
en un lugar de muchos sitios porque vuestro sello es como muy moderno
pero venís del folk, empezasteis en el underground del folk ¿Dónde
os ubicáis?
Quique:
Empezamos muy independientes, y enfocados en el circuito del folk.
Que fue dónde creímos que tendríamos más repercusión. Sí que
probamos en todo. Pero poco a poco fuimos alargándonos a lugares
dónde no pensábamos que llegaríamos.
Roberto:
De todas formas hacemos música para nosotros. Si funciona, bien. Si
no funciona, pues mala suerte. Lo que no vamos a hacer, es algo que
no nos salga de verdad. Porque no tiene sentido intentar forzar algo
que no es.
Está
ese tópico de que en música está todo hecho. Que es difícil
innovar
Roberto:
Es que innovar es muy relativo, porque está todo inventado. Lo único
que podemos hacer cada músico es aportar la esencia personal. Y te
diferencias como individuo artístico, entonces estás innovando.
Porque nadie es igual a nadie. Un dulcinero de hace 100 años, ahora
lo consideramos tradicional. Pero seguramente entonces no era
tradicional. Nosotros por ejemplo cogemos ritmos tradicionales, por
ejemplo un ritmo de rebolada, métricas de seguiriyas y hacemos cosas
nuestras, como nos sale a nosotros. Y eso ya es una manera de
innovar.
Hay
mucho por descubrir del folclore español ¿no?
Quique:
Mogollón. Muchísimo. Hay mucho movimiento. Pero los diferentes
circuitos están un poco estancos entre sí. La gente del folk mira
mucho el folk, y denuesta al resto. Y lo mismo en otros estilos. Y
hay muchos grupos en el folk que hacen cosas muy interesantes.
Roberto:
Y hay muchos grupos del circuito del folk que deberían de estar
petándolo en festivales de cualquier tipo. Como Vallarna o Blanca
Altable. Porque están haciendo cosas brutales, de una calidad
tremenda. No sé lo que pasa pero no debería ser así.
Cuando
nosotros empezamos con El Segell. Nosotros ya habíamos hecho
Sonorama. Ahora tenemos ese apoyo y poco a poco vamos avanzando.
Está bien tener un padrino sí haces algo comercial y ese padrino
quiere invertir en ti. Puede que tengamos una corriente de seguidores
pero tampoco es muy mayoritario. Tampoco se le saca mucho
rendimiento. Y el público minoritario en resumen.
¿Los
Hermanos Cubero es sobre todo un grupo de directo?
Roberto:
Nosotros grabamos los discos según los tocamos en el escenario.
Siempre los grabamos en directo.
Quique:
Eso tiene la desventaja que, con este disco nos lo han dicho, que
mola más en directo y que en disco queda más soso. En el directo
tiene la presencia, las presentaciones, la magia…
En
este momento de tantas banderas ¿cuál es vuestra bandera?
Roberto:
Ninguna.
Quique:
Yo estoy absolutamente en contra de las banderas. De cualquier
bandera. Una bandera que sirva para separar no me interesa. Algo que
en principio nacería o debería servir para unir, separa: entonces
no, no tiene ningún sentido.
Roberto:
Si la razón y la lógica fueran una bandera, esa sería la nuestra.
En
este caso, Quique, tus canciones te han servido para unirte con tu
hermano, con el ser perdido, con tu hija,… Y, ¿era ese el mensaje
que querías dejar correr aquí?
Quique:
Bueno, la música es uno de los motores que nos mueven, a nivel
personal, independientemente de la forma artística. Me ha ayudado
mucho ¡Y la pasta que me he ahorrado en psicólogos! Me lo decía a
mí mismo todo.
Y
tu hermano imagino que también ha ayudado
Roberto:
Yo he hecho de mitad espectador, mitad herramienta. Al final yo me he
puesto al servicio de las canciones. Quique abrió el grifo y empezó
a correr todo. Y eso es honestidad. Y sí que sirve para unir porque
estas cosas claro que unen. Aunque ya estábamos unidos antes.
Curiosamente discutimos más que nunca pero el vínculo sigue ahí.
Quique:
Es verdad lo que dices. En el momento en que salieron dos o tres
canciones, y él me planteó hacer el disco, efectivamente abrí el
grifo… La única limitación que me puse fue cuando ya tenía
cierta cantidad, descartamos dos o tres canciones, quise hacer la
última canción del disco “Me quedo con lo bueno” y la elegí
también como conclusión, para cerrarme yo mismo, habría podido
seguir escribiendo sobre esto pero pensé que ya era suficiente,
hacer más habría sido regocijarse en el dolor. Fue la canción más
consciente. Encontré mi camino en esas canciones y supe cerrarlo.
Tampoco
necesitaste la fe
Roberto:
La fe es algo engañoso.
Quique:
No necesitas agarrarte a algo que te imaginas que hay algo y te
agarras y ya está… Tuve ese momento de pensar que la gente que
reza, que tiene fe, imagino que pasa el trago de manera más fácil.
O como el que se refugia en el alcohol…
Roberto:
Es otra herramienta. No puedes descartar herramientas: psicología,
alcohol, fe… (risas)
Quique:
Cada uno tiene que encontrar su camino. Y yo encontré mi camino con
la música, con las canciones.
También
tu hija, ese fruto de ese amor, es algo fundamental. Es otro motor.
Quique:
Porque al final es lo único que me ha quedado. Es un gran asidero.
¿Cómo
reaccionó tu hija cuando escuchó tus canciones?
Quique:
Ella se las sabes todas. Y las cantaba conmigo. Lo ha llevado súper
bien. He hablado con psicólogos por si acaso, y me han dicho que
quizás con el paso de los años o porque la necesite más adelante
por cualquier cosa. No le gusta hablar del tema. Pero estas canciones
las canta como cualquier otra canción. No la veo que reaccione, ni
bien ni mal
Roberto:
De hecho la portada es suya. El dibujo es de la niña, de Abril. Me
lo trajo a casa. Le dije “tenemos portada”.
Quique:
Cuando acabó un trimestre siempre vemos su bloc de trabajo. Y lo
comentamos. Y cuando vi el dibujo. Le pregunté qué era. Y me dijo,
“me dijeron que dibujáramos la tristeza”. Y cuando me lo dijo me
quedé…
De
ahí el título, aunque podría haber sido “Abril dibuja la
tristeza”
Roberto:
No sabíamos cómo titularlo. Porque no es nuestro estilo. Era una
manera de explicar con el título, porqué ese disco.
Quique:
Es un disco muy coyuntural. En un momento muy concreto. Y también
por eso lo hacemos en cuarteto. Por buscar otro tipo de arreglos y
por salirnos un poco de lo que estábamos habituados. Y buscar esa
diferenciación también en lo musical.
¿Y
cómo se lo ha tomado vuestro público más cercano?
Roberto:
Como tiene tanto fondo, la forma se pierde, se diluye pierde
importancia…
Quique:
Al final la forma se queda tapada por toda la carga emocional…
Roberto:
Si alguien esperaba algún ritmo tradicional como acaba llorando, no
lo echa de menos.
Quique:
Una cosa que tenemos muy clara es que hacemos la música que
queremos. Y no sopesamos tampoco sí iría bien o sí iría mal. Por
ejemplo, ayer una prima que vive en Zaragoza me dijo que no quería
venir al concierto, porque no le apetecía escuchar esas canciones.
Al final vino y tuvo que salir a llorar a la calle. Incluso puede
resultar contraproducente tanta carga emocional. Pero era lo que en
este momento necesitábamos. Era lo que había. Escribimos sobre
nuestra vida: ‘Arte y Orgullo’ hablaba sobre el trabajo, sobre
las cosas cotidianas. En esta temporada, esto ha sido nuestra vida.
Esto
es vida. La muerte es parte de la vida. Aunque la muerte joda, sea
jodida. Pero al final también puede ser necesario y hay que cantarlo
con orgullo
Roberto:
Está muy bien porque todo el mundo pasa por esa fase en la vida. Y
que quedé reflejado, de alguna manera, es muy natural. Porque tiene
que ser así. No es un disco que hayamos hecho aposta. Pero está muy
bien que haya salido así.
Quique:
En el proceso esos sentimientos han llegado a ser canciones. De
alguna manera vas dejando atrás esas cosas. Está claro que es una
herida que siempre va a estar ahí. Pero asumirlo.
¿Qué
pensáis vosotros que haría falta para generalizar o potenciar
grupos de folclore como los que me acabas de mencionar?
Roberto:
Pues que los periodistas os interesarais un poco más por ese sector.
Y luego, a nivel de público vendría muy bien derribar barreras y
prejuicios. Los prejuicios hacen mucho en contra de nuestra música
tradicional. Porque venimos de dónde venimos, de muchos años de
represión cultural…
Quique:
Y se encasilló esa música en determinado ambiente. En la sección
femenina y la sección de coros y danzas. Estaba encasillado en ese
ambiente casposo y fascistas. Y cuesta sacarlo de ahí… Todavía
hay gente que piensa que es música de viejos y fachas. Y no es así.
Los máximos exponentes de la música folk, como Agapito Marazuela,
que era anarquista de la CNT
Roberto:
Y luego paralelamente. Independientemente de la vertiente política.
En la música moderna, en el ámbito anglosajón la han desarrollado
mucho, y en los últimos 60 años le han llevado a sitios nuevos, y
aquí no lo han hecho por la política y por los prejuicios. Porque
aquí se trabaja muchísimo y también hay un talento musical
increíble.
Y
haciendo autocrítica, en el circuito de la música folk, o
tradicional, falta ambición. Miran mucho hacía adentro y debería
mirarse más hacia fuera. A lo mejor es porque no sé quiere.
Deberían dejar de tener tanto proteccionismo, dejar de cuidar tanto
a la criatura. Y dejar que la criatura crezca, que salga a la calle,
que se caiga, que se haga una herida, que se fume un porro, y que
haga cosas raras (risas).
La
música puede ser algo muy inocuo también
Roberto:
Al final, la música se ha convertido en un producto de consumo. Por
ejemplo, vas a comprar a una tienda de ropa con la música a toda
castaña. Y a nadie le importa lo que está sonando. Pero claro,
alguien ha creado eso. Alguien ha puesto ahí un sentimiento. Y se
utiliza de una manera tan banal.
Quique:
Es música de usar y tirar.
Dentro
del entorno catalán os sentís apoyado por parte del folk catalán
Quique:
Igual que en cualquier parte. A nivel de público. Somos bien
recibidos. El público lo recibe igual que en cualquier otra parte.
Roberto:
Mucho. Yo me siento más apoyado que en otras partes. Yo al menos así
lo siento. La radio pública catalana o los periódicos nos dan mucha
cobertura.
Quique:
Quizás porque estamos allí. Pero estamos apoyados en otras zonas.
En Cataluña, hay un movimiento de apoyo a la cultura en general.
¿Os
gustaría exportar fuera a Los Hermanos Cubero?
Roberto:
Es muy difícil montarlo. Porque nosotros mantenemos nuestro trabajo
de día. Y logísticamente lo tenemos complicado. Aunque el año
pasado salimos. Estuvimos en Inglaterra y en Holanda. La gente muy
abierta y muy receptiva.
Quique:
La recepción fue muy buena. En Holanda fue en un festival de
bluegrass muy abierto, y también tocamos en una barbería. Y en
Inglaterra en un festival de bluegrass y cerveza artesanal.
Aparte
de haber colaborado con Kepa Junquera, ¿estáis abiertos a otras
colaboraciones?
Quique:
Sí. De hecho hemos participado en el último EP de Enric Montefusco
(editado el pasado mes de junio que cuenta también con la
colaboración de Nacho Vegas, Albert Pla, Maria Arnal y el Niño de
Elche). Y eso es indie. Nos llamó él. Nos conocimos en un festival
en Bilbao. Y ahora compartimos violinista en esta gira. Cualquier
colaboración es crecer, sumar,…
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