El baile como signo vital
El domingo 10 de octubre, quinto y último día de
representación del estreno absoluto de la última coreografía de Provisional
Danza, asistí a la Sala Verde de los Teatros del Canal. Todo lo bueno ocurre en silencio es una coreografía inspirada en la
película Días de Radio de Woody Allen,
incorporando audios de la película a modo de situacionismo, de acompañamiento
argumental. Todo parte de una sala de fiestas después de una Nochevieja. Carmen
Werner aparece sola, como desubicada, entre restos de confeti, copas y mesas
vacías. Las soledad como punto de partida.
En
esta coreografía conjuga solos, con momentos de dúos o de quinteto. El cuerpo
habla de soledades, de enfados, de desencuentros, de hallazgos y de encajes. Es
una coreografía que vuela entre copas, humos, soledad y una resaca de fiesta
que va más allá. Que explora los márgenes, las ausencias, las posibilidades
escénicas de imágenes, sonidos, con la música original de Luis Martínez.
Werner
con más de 25 años al frente de Provisional Danza se reinventa en cada paso.
Estira las técnicas (Limón, Release, etcétera) y modos de entender la escena,
la interacción del teatro, de lo textual con lo orgánico de la danza. Aquí el
texto son los audios de la película de Allen. El acento reside en lo gestual,
en lo situacional, en el movimiento y el poder corográfico. Werner indaga en la
condición humana, en el paso del tiempo, en la soledad, en lo colectivo, en el
encuentro y en lo festivo, en el dolor y en el duelo. Transita en ese eje
Ausencia-Presencia, como en el de Consciente-Inconsciente. Sus coreografías
dibujan esos pequeños movimientos que brotan desde dentro y salen hacia fuera
poco a poco, en en manada. Pero también se explaya en lo externo. Florece el
ser desde la soledad, desde el soliloquio, al diálogo grupal, al compadreo, a
la gresca.
En
esta ocasión salta de la habitual sala en sus estrenos, La Cuarta Pared, a
Teatros del Canal. Nos encanta la alquimia de La Cuarta Pared, pero alabamos este
salto porque implica reconocimiento. El
públic, atento a su carrea, acude en buen número a este último pase de Todo lo bueno… Luego los cuatro bailarines que le acompañan desde
hace años demuestran una conexión con su estilo (todos están inmensos pero mi mención
especial es para Tatiana Chorot): versatilidad, poder escénico, capacidad de
transmisión de ánimos. Y la captura del baile. Ese baile a veces lento,
sosegado, al detalle. Hasta la explosión, el arrebato.
Salí
de ver la pieza con el cuerpo y el alma recargados, de energía, de
introspección, de un profundo diálogo interior de esos que ayudan a superar los
avatares vitales. Eso es fruto de que la creación poseía sustancia. Tienen que
ver Todo lo bueno ocurre en silencio porque
es danza viva, porque es una manera de estar en el mundo, de encontrarse. De
dialogar con el público, para que éste mire a sus adentros, escuche, se mueva y
contemple el proceso. Es bueno, es danza, es dinamismo. Es el silencio que nos
habla para que sigamos girando la rueda de la vida.
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