viernes, 1 de octubre de 2021

CINE/ RESEÑA MAIXABEL de Icíar Bollaín

 





SANAR A LOS VIVOS. REPARAR A LOS MUERTOS.

        

MAIXABEL

De Icíar Bollaín

Guión de Isa Campo e Icíar Bollaín

Fotografía de Javier Agirre

Con Blanca Portillo, Luis Tosar, María Cerezuela y Urko Olazábal entre otros

           

           Antecedentes

He de decir que antes de acudir al cine a ver Maixabel, la nueva película de Icíar Bollaín, ya conocía la historia del asesinato de Juan Mari Jáuregui, y la de su mujer Maixabel Lasa y el terrorista Etxezarreta, que participó en el asesinato de Jáuregui. Fue gracias a la serie documental ‘ETA, el final del silencio’ de Jon Sistiaga, de siete episodios. Una serie de gran factura y enorme calado social, que ahonda en el conflicto terrorista con buena documentación histórica, amplitud de personas implicadas y estructurada desde diversos ángulos. En su primer capítulo, Zubiak, puentes en castellano, aparecía Maixabel Lasa comiendo en su sociedad gastronómica con Ibon Etxezarreta, uno de los etarras que participó en el asesinato de su marido. La historia de Maixabel, de querer conversar con terroristas, conmueve, porque supone un avance enorme de sanar: explicarse, hablar, comunicar el dolor, dejar la rabia a un lado y que brote la compasión, el perdón.

Luego esta una cuestión espinosa, abordar un tema que ha sido tan sangrante y tan doloroso para la sociedad española, pero sobre todo para la vasca, es jugar con dinamita: a la mínima todo puede saltar por los aires, caer en el perogrullo, en lo posición oficial, dominante y acusadora o en lo lacrimógeno. Por eso propuestas como la serie de Sistiaga son de alabar. No se disfraza la realidad, se muestra tal cómo era, y se traza con bisturí el corte irreparable.           

Antes de ver Maixabel me había abierto el apetito esta reseña de Marta Medina en El Confidencial. Luego está un hecho consistente, y es que considero a Icíar Bollaín una de las grandes directoras de cine de nuestro país. La entrevisté para ABC cuando estrenó El Olivo y me convenció su discurso, sus premisas visuales y su cine siempre posicionado en mostrar otros ángulos, en visibilizar cuestiones capitales.






Sanar

Con todos esos precedentes de su parte, y el buen hacer de Bollaín resumo diciendo que Maixabel me gustó mucho. Porque busca sanar. Quiere restituir el dolor ahí adherido, por sentimientos que reparan, que sanan y liberan. La película busca las aristas. Porque a pesar de ser una película de dolor, de desgarro, de lágrima. No se queda ni se regodea en el efectismo. Un guión construido mano a mano junto a Isa Campo que les habrá producido muchos quebraderos de cabeza. Pero donde los diálogos son ágiles, no buscan el efectismo fácil y ahondan en la trascendencia de los actos decisivos, de los cambios que consiguen hacernos avanzar.

El reparto es de auténtico lujo con una Blanca Portillo pletórica, soportando y equilibrando la tensión vital de su personaje, Maixabel. Un Luis Tosar, en el papel de terrorista Etxezarreta, que capta el punto tosco de la personalidad abertzale, pero que evoluciona hacia otro lugar de autocrítica y de cuestionamiento. También merecen mención especial María Cerezuela y Urko Olazábal, y el resto del reparto.

La fotografía de Javier Agirre imprime esa atmósfera agobiante, esa tensión, atemperada con esos paisajes vascos de naturaleza en estado puro, del portento natural de los montes vascos y el contraste con las zonas urbanas e industriales. Paisajes portentosos, y pasados por agua. Logros como ese cambio de plano de la lluvia en los cristales de un coche, y de las lágrimas de Maixabel dentro del coche.

En definitiva una película de enorme factura que pretende curar heridas y cicatrizar el dolor. Anima a poder expresarse para reconciliarse, para que surja la compasión, el acompañamiento y el perdón. Y así, de esa manera crecer hacia otra sociedad donde la convivencia ilumine el horizonte.




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