miércoles, 29 de junio de 2022

CONCIERTOS / WILCO, Noches del Botánico 2022 - Ampliando la tradición americana

 



 

         WILCO

         Noches del Botánico

         Real Jardín Botánico, UCM, Madrid

         Lunes 27 de junio de 2022

 

         Ampliando la tradición americana

 

         Wilco ha vuelto a la actualidad, y de qué manera, porque están en forma y pletóricos. Relajados y tranquilos, sí, porque ‘Cruel Country’, su reciente disco y motivo de la gira, es un disco más calmado de cadencia más folkie y country que rockera. Pero ha devuelto a la palestra a los de Chicago a base de una exquisita colección de 21 canciones que componen este disco doble.

Se había incorporado hacía dos días en Murcia el guitarra Nels Cline tras pasar la Covid. Había muchas ganas del primero de los conciertos en Madrid, tanto por parte del público como de la banda. Y empezaron a lo grande con “A shot in the arm” de ‘Summerteeth’ (1999) aquel disco que les catapultó. Y qué bajo de John Stirratt, que línea de teclado más ensoñadora y flotante, junto a esas descargas eléctricas de Nels Cline. Para continuar con la rugosa “I Am Trying to Break Your Heart” como crece la canción y va afilándose. Wilco recogen el pulso y el nervio rock de Neil Young, la actitud y el poder melódico y del riff de Television, así como las melodías de The Beatles. Recogen la grandeza de la música popular y la pasan por su propia trituradora para ofrecer un estilo único que toma lo mejor de la tradición americana, rock, folk y country con un poso underground, aunque han trascendido a la liga indie hace décadas haciendo lo que les apetecía.

El primero de los conciertos de Madrid fue una mezcla de clase con templanza, con algún arrebato guitarrero como en “At Least It’s What You Said” u otras canciones mencionadas. Abordaron un repaso de su carrera sin tocar canciones de algunos discos pero recuperando sus esencias y su excelente colaboración en los tres discos ‘Mermaid Avenue’ con el songwriter británico Billy Bragg en “California Stars” recuperando el cancionero de Woody Guthrie. En general reinó la tranquilidad y la elegancia de unas canciones que tocan el alma. El setlist del martes varió ligeramente dando más peso a ‘Yankee Hotel Foxtrot’ (2002) con canciones como la pegadiza “Heavy Metal Drummer” o “Kamera” con su riff tan hard rock, y recuperando discos como Wilco (The Album) (2009), The Whole Love (2011) y Star Wars (2015). El lunes terminaron con dos joyas de ‘Being There’, “Monday” y “Outtasite (Outta Mind)” que marcan su pulso más rock . Para mí Wilco son ya unos clásicos que vienen de la tradición americana y la amplían.

 

 

 

lunes, 27 de junio de 2022

CINE/ Tenéis que venir a verla de Jonás Trueba







CINE/

 

Tenéis que venir a verla

Escrita y dirigida por Jonás Trueba

Con Itsaso Arana, Vito Sanz, Francesco Carril e Irene Escolar

Montaje: Marta Velasco

Fotografía: Santiago Racaj

Dirección de Arte: Miguel Ángel Rebollo

        

         ¿Cambio o continuidad?

 

         Jonás Trueba lleva una temporada de autoafirmación y consolidación de su estilo propio, de indagación en la realidad más cercana y de abordar aquello que le inquieta, que le apela, que le remueve. Transita por aquellos terrenos donde los proyectos más personales se mezclan con la realidad más concreta. Y en los que incluso cuestiona la irrealidad, sucede aquí en ‘Tenéis que ir a verla’ a partir de unos versos de la poeta Olvido García Valdés.

         Después de proyectos tan logrados como ‘La Virgen de Agosto’ (2019) o el largometraje documental ‘Quién lo impide’ (2021), premiado con el Goya, ‘Tenéis que ir a verla’ parece como una película menor, pero no, eso será en apariencia por su duración: 64 minutos. ‘Tenéis que ir a verla’ perfila su poso vital, su lado intelectual, a través de dos parejas, 4 actores de los que 3 de ellos son habituales en el cine de Trueba, y que sin demasiadas florituras, ni dramatizaciones excesivas, bordan sus papeles, porque captan la esencia de la emoción de cada carácter. Eso es un acierto de director e intérpretes, que captan al dedillo lo que quieren transmitir. Dos parejas se encuentran en el concierto de Chano Domínguez en el Café Central después de la pandemia. Una pareja de ha ido a vivir a la sierra y les cuentan las novedades, y les invitan a su casa: “tenéis que venir a verla”. Todo bien aliñado con ciertos silencios, las miradas, las complicidades, las confesiones y ese punto de sincerarse.







         Trueba juega a su ritmo y empieza su película con la música Chano Domínguez interpretando la canción “Limbo” (fruto de las sensaciones provocadas por el confinamiento) y con primeros planos de los 4 protagonistas, en una declaración de intenciones, de indagación de sensaciones, de lo que la música, la literatura, el pensamiento, incide en el ser. La música elegida encaja a la perfección con los sentimientos expuestos: además de Domínguez, Bill Frisell, Grégoire Mairet y Bill Callahan, captan esas sensaciones de cambio, esas atmósferas de desubicación y de búsqueda.

         Viendo a la película contemplamos los efectos de estos tiempos recientes y su incidencia. Mientras la vida pasa, algunos cambios se suceden. Algunos duelen. Y planea la duda eterna sobre si estamos ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos? Y sobre la evolución de las relaciones. Los cambios que nos hacen madurar, o dar un paso hacia otras realidades. Aparece de manera frontal el debate entorno al ensayo “Has de cambiar” de Peter Sloterdijk. Cuestiones sobre la vida y sus tránsitos, los cambios de etapa vital. En el cine Jonás Trueba gira algo del planteamiento rohmeriano de la vida. La película transcurre entre conversaciones, un concierto, un viaje en tren, una comida, una partida de ping pong y un paseo por el campo. Con un aire mundano y a la vez filosófico. Un punto intelectual de la vida, que hay quien no lo soporta porque le parece impostado, a mí me parece que Trueba es así y no lo esconde. Y voy más allá. Lejos del postureo, de la pose, este cine me llama, me toca, me cuestiona, me conecta. Y eso es algo que yo busco en una obra audiovisual. Aunque Trueba dé un quiebro formal  (utilizando Súper 8) en el final, acabando con un punto abrupto y aderezado por su levedad poética: Trueba nos conecta con la vida.




jueves, 21 de abril de 2022

CONCIERTOS / MÚSICA / BODEGA La sombra de la nueva ola es alargada

      


 



         BODEGA

         Miércoles 13 de abril de 2022

         Sala El Sol, Madrid

 

         La sombra de la nueva ola es alargada

 

         Por Andrés Castaño

 

         El quinteto neoyorquino más arty del momento nos visitó en Semana Santa gracias a La Castanya. Hubo intensidad, como si el rock quisiera tener la densidad y el lado compacto de una buena torrija. Ofrecieron un concierto de nervio a quilates, con tanta o más vibración que algunas procesiones. Para beneplácito del público aportaron energía ceciente desde el primer momento, subidones, cambios y altas dosis de ritmo y una complicidad coral sin igual. Porque la música se vive y se baila. Llamarse Bodega ayuda a que haya intensidad sombría pero también muchas ganas de alterne y otras aventuras.  La banda se mueve dentro del pospunk o de la onda nuevaolera de los 80, con conexiones con B’52 o Gang of Four. Y es que su directo tiene pegada.


         Presentaban las canciones de su segundo largo, ‘Broken Equipment’ (2022), editado en el sello What’s Your Rapture?, sello que editó entre otros a la banda de Brooklyn Parquet Courts. No es casualidad que les haya producido Austin Brown. El concierto madrileño fue un torbellino de melodías, ritmos y letras que mencionan a Séneca, Warhol, superhéroes o la vida moderna en la urbe.


         El concierto fue un verdadero revulsivo, una vuelta a la vida época prepandemia, no sólo una mecha para iniciar las vacaciones de Semana Santa. Esa coincidencia hizo que no hubiese lleno, algo que merecieron por el pulso y el brío mostrado. Bodega sientan tan bien con canciones con un filo tan ágil como el que tiene “How Did This Happen?!” o “Thrown”, entre otras. Otra virtud es que saben captar la concentración de las canciones de 3 minutos, o jugar con minutajes superiores. Impactan en el oyente con un sonido fresco, guitarrero, rítmico y bailongo. Abrieron los madrileños Dharmacide que han crecido tanto desde que surgieron en 2018, que son una realidad apabullante que desborda calidad a base de shoegaze,  dream pop y bedroom pop, que en directo suenan robustos y eso sólo a base de un único disco Cult Band Member’ (2021) que suena a clásico.




 

viernes, 8 de abril de 2022

CINE / ESTRENOS / CRÍTICA 'París, distrito 13' de Jacques Audiard

 





Sobrevivir en París: redes sociales, precariedad y ¿nueva sexualidad?

 

         Por Andrés Castaño

 

         El director francés Jacques Audiard, conocido por sus películas Un profeta (2009) o Los hermanos Sister (2018), deja de lado el thriller y el western para meterse de lleno en temáticas actuales y candentes en la población joven: cómo sobrevivir a la precariedad en una ciudad multicultural, cómo se configuran las relaciones sociales hoy en día, la mecha rápida y peligrosa de las redes sociales y la sexualidad del siglo XXI.

Para ello, y partiendo de tres historias del novelista gráfico estadounidense Adrian Tomine (Amber Sweet, Killing and Dying y Hawaiian Gateway), Audiard escribe a seis manos esta historia aliándose con dos guionistas notables como Céline Sciamma y Léa Mysius. El resultado es un retrato actual de la clase media a través de la juventud multicultural y multirracial de la capital francesa.






Sus protagonistas son jóvenes de 20, 30 años que sobreviven a los nuevos tiempos con no pocos conflictos con sus raíces y su pasado. Surgen y brotan relaciones rápidas, casi de usar y tirar. Las redes sociales aparecen como recurso pero también como demonio, por cómo pueden alterar vilmente la realidad. En Les Olympiades, Paris 13ème título de la película en francés, en referencia al conjunto de 8 enormes rascacielos de 36 plantas del distrito 13 de París, hay pulso y ganas de vivir, más allá del hedonismo y del placer inmediato, pero también hay decepciones y la sombra del pasado.

El cuadro principal de actores, protagonizado por una soberbia Lucie Zhang, se completa con Makita Samba, Noémie Merlant y Jehnny Beth. Audiard elige el blanco y negro, quizás para mostrar una realidad actual pero vetusta como la supervivencia, y los múltiples grises que aporta una gran ciudad como París. Personajes y perfiles variados se mueven en diferentes contextos: una licenciada en Políticas con familia taiwanesa que trabaja en un Call Center y vive en casa de su abuela; un profesor de literatura, un seductor nato, que busca piso para compartir, quiere dar un quiebro a su carrera; una francesa de Burdeos, ex deportista, ex trabajadora en el sector inmobiliario que retoma sus estudios universitarios en París; una actriz porno, y trabajadora sexual un sitio web de citas y chats en directo. El sexo, y a veces el amor, circula en ellos, como el agua que recorre su cauce, con sus idas y vueltas y sus quiebros finales.

Los personajes vienen y van, mientras se cruzan y se crean situaciones de cierta gravedad pero también otras con mucho humor. La vida y su levedad actual, como si nada valiera, como si todo lo logrado se pudiera esfumar en un segundo. Es una buena historia sobre variables actuales, sobre dinámicas vitales, pero también una reflexión para pararse a pensar sobre el mundo que vemos, las cosas que vivimos y lo que queremos para nosotros. La música del músico francés Rone imprime pulso, calor y un poso rudo a las atmósferas. En ese camino, los personajes evolucionan, crecen, toman decisiones. Y mientras tanto, la vida continúa.







Noémie Merlant.



Jehnny Beth.

 

        


 

martes, 15 de marzo de 2022

CINE / DOCUMENTAL / ESTRENOS Jane por Charlotte de Charlotte Gainsbourg

     




 

         Jane por Charlotte

         De Charlotte Gainsbourg

 

         El reencuentro: volver a casa    

 

         Por Andrés Castaño

 

       El cine tiene un poder creativo que va más allá de la imagen que genera, del recuerdo o de las asociaciones provocadas. Trasciende a la fugacidad y deja un rastro, una impresión aislada, un pensamiento incisivo, una secuencia recurrente. El documental brota entre palabras testimonios, fotografías en movimiento, historias y presentes. Hay documentales que traspasan el formato, siguiendo una estructura, atraviesan. Y este es el caso de Jane por Charlotte porque Cuando la gran pantalla muestra la grandeza del encuentro y de la admiración, las imágenes siguen su curso, bailan su propia coreografía y se encuentran con la verdad.

         Charlotte Gainsbourg ha conseguido con su documental retratar a su madre más allá de cómo lo hizo la gran Agnès Varda en “Jane B. por Agnès V.”. También porque la intención aquí era otra: mostrar a su madre, una persona con un carisma y una naturalidad espectaculares, para así acercarse a su madre, reencontrarse, volver al núcleo central que supone la familia. Y todo ello con su hija pequeña Alice Attal mediante, formando un bonito triángulo generacional. El documento no se queda en el envoltorio, en la revista del personaje público, sino que va a la raíz vital, al dolor de la pérdida de Kate Barry (hija de Jane Birkin y John Barry), a la vejez, a la importancia de Serge Gainsbourg. Charlotte filma y fotografía, aparece como conductora y como partícipe, y en esa implicación, indaga y sonsaca a su madre. Tiene algo de curativo, de sanador este documento que indagando en la historia personal, reconcilia, reubica, genera paz.

         En Jane por Charlotte hay viajes y giras, Japón, Nueva York: Birkin ha sido la gran embajadora de Gainsbourg por el mundo. Pero también aparece lo familiar, la casa bretona de Brest de Jane. La parte en la que ambas visitan a la casa de Gainsbourg es un torbellino de recuerdos y de imágenes cotidianas del genio musical. Es un auténtico museo, reflejo de una época y de un artista singular y sin igual. Pero también la casa de un solitario, que  busca compañía en los objetos y la calma frente a la persecución de la fama. Esos planos madre e hija, te reconcilian con las diferencias familiares, al final todo se basa en encajar, en encontrar tu sitio y en asimilar la pérdida, los baches. Es, de alguna manera, un documental catártico. Sentí en un primer momento que faltaba algo, el testimonio de Lou Doillon, u otra mirada. Pero días después me di cuenta de que tenía la medida justa, la cercanía ideal, la palabra adecuada, la imagen idónea. El documental muestra a la Jane: a una mujer encantadora, cercana, con sus luces y con alguna sombra. Y a Charlotte con su timidez pero su gran presencia,  curando heridas, sanando y congeniando con su madre. Momentos como Alice correteando con su cometa y Jane caminando por la playa, acompañados del testimonio confesional de Charlotte (con voz en off) iluminan la vida, conectan con lo humano.






 

jueves, 13 de enero de 2022

LITERATURA / ENTREVISTAS SARA MESA 2017 y 2021

 

SARA MESA

“La buena literatura toca la fibra”



Foto: MJ López Olmedo (c).
 

                 

            *PRÉAMBULO

Entrevisté en persona hace años a Sara Mesa, concretamente en junio de 2017, a raíz del taller literario 'Por Alusiones' que impartió en La Casa Encendida. Me había enterado tarde del taller para asistir como alumno pero me lo dijo alguien que sí asistió, mi buen amigo el periodista y realizador de documentales Óscar Falagán. Acudí como oyente a una de las sesiones y me gustó mucho las dinámicas que generaba con los alumnos, y las reflexiones que ocasionaba. Mi entrevista con Mesa en una pausa de la sesión fue muy agradable, creo que transmitía claves para entender más su obra y su manera de ubicarse en el mundo. Aquella entrevista quedó sin publicar. Por lo que la publicó aquí.

            En otoño de 2021, Mesa publicaba Perrita Country en la editorial Páginas de Espuma, una novela corta quizás de menor envergadura en su obra pero que me gustó por todo lo que enuncia de la convivencia con animales domésticos, por el desconocimiento y la frontera en la relación seres humanos-seres vivos. En esa ocasión le hice una entrevista con vistas a actualizar aquella entrevista inédita que me parecía interesante publicar. Desgraciadamente esta última entrevista fue por email. Quizás por mi premura y el habitual ritmo acelerado en el periodismo, por mi torpeza, por la frialdad de ese formato electrónico o por otras causas, la entrevista cojeaba.  Publico ambas entrevistas aquí, en mi blog, separadas y organizadas cronológicamente para conocer más a Sara Mesa.

           

Escribir es un acto de fe, un acto de vida. Que también implica un tránsito solitario. Con sus etapas, su fluidez o sus bloqueos. Un discurrir vital muy alejado de una visión romántica de la creación. Porque escribir es arriesgar, elegir un camino y recorrerlo a conciencia. En ese proceso camina Sara Mesa (Madrid, 1975). Que estudió periodismo, se licenció en filología hispana, fue profesora de lengua española y literatura (ahí está la semilla de su novela Cuatro por Cuatro, Anagrama, 2012), pero encontró que lo suyo es la escritura. Mesa cuenta con una escritura que ahonda en la herida, en los lugares tenebrosos del alma, en esos terrenos ocultos que no queremos ver, que queremos ocultar. Su estilo parece que busca el quiebro, el lugar de ruptura vital. Se adentra por la psicología humana de una forma sigilosa o fulminante. En el mundo online y las relaciones epistolares vía email en Cicatriz (Anagrama, 2015), en la relación entre una adolescente y una persona mayor en un parque en Cara de pan (Anagrama, 2018) o con una mujer traductora que se va a vivir sola al campo en  Un Amor (Anagrama, 2020), ésta última novela convenció a crítica y lectores, obteniendo el premio al mejor libro del año en numerosas publicaciones. También domina otros géneros, como los magníficos relatos de Mala letra (Anagrama, 2016) o el ensayo Silencio Administrativo (nuevos cuadernos Anagrama, 2019). Ahora Mesa vuelve con una novela corta, Perrita Country, editada el pasado mes de octubre por Páginas de Espuma, e ilustrada por el Premio Nacional de Ilustración Pablo Amargo. Una novela  que indaga en la convivencia con los animales: nos conduce por otro sendero, y vuelve a darnos otro quiebro. Conversamos con ella para entender más su nueva obra y su trayectoria.


“Me interesa la naturaleza humana y sus contradicciones, que son muchas”

 “Me interesa la naturaleza humana, sus giros extraños y anómalos, porque es lo que me hace mirar”


2017

¿De dónde le surge la necesidad de escribir?

Planteada así, pues quizás de pequeña. A la alemana Krista Wolf cuando le preguntan, siempre dice que aprendió a escribir de pequeña. Y esa necesidad de manera latente la llevas dentro. Lo que pasa es que yo empecé a escribir tarde, con 30 años. Y previamente había leído mucho pero no se me había pasado la idea de escribir. Con 30 años no es tarde. Hay gente que empieza mucho antes, demasiado pronto para mi gusto.

 

Una de las cosas más difíciles es tener una voz propia ¿Es algo que se hace o sale de una manera natural?

Creo que es algo natural. Algo que unas personas tienen, y otras no. La escritura, o el modo de expresión, es algo más propio en unas personas que en otras. No creo que haya nada malo en decir eso.

 

¿Considera que su prosa representa la crudeza?

No lo rehúyo, lo busco. Lo que pasa es que cada vez lo estoy buscando más en lo cotidiano. Estoy tratando de quitarme cierta mirada efectista, golpes de efecto, o forzar esa parte de la narrativa que lleva hacia lo cruel, lo grotesco o lo sórdido. Y lo veo más en lo cotidiano. Pero lo cotidiano aparece entremezclando con muchas otras cosas. Me gusta esa mezcla. Eso es muy difícil de llevarlo a la escritura. Digamos que ese es mi reto. Yo no sé si eso está conseguido en mi prosa, o si representa algo… representar algo es como si ya hubiera algo, y eso es un espejo.

Hay una parte de mi escritura y de cualquier otra, que es de creación. Con los materiales de la vida creas otra cosa. No solamente representar la crudeza de la vida o de lo cotidiano.

 

En relación con la crudeza ¿Cree que el mundo creativo es demasiado amable o benévolo?

Creo que lo que define a la buena literatura no es en sí que incomode al lector, pero sí que le toque la fibra sea de una manera o de otra, e incomodando en muchísimos casos. Haciendo parte al lector de esa historia. Incluso aunque sea ciencia ficción, porque habla de los miedos de ahora. Y un buen libro de ciencia te está tocando de cerca… Todo lo que te toque. Que leer sea una experiencia. Como la gran mayoría de los libros que yo leo son así, me da la sensación que la literatura en general hace eso. Pero si entendemos en grandes números y en grandes movimientos comerciales, imagino que lo que se lleva es lo contrario, claro.

La gente quiere un amigo para meterse en la cama, y un buen libro que no dé problemas, que te ayude en la vida. Para pasar el rato. La evasión también. Hay muchos libros que duele leerlos. Yo ahora mismo estoy leyendo a Lionel Shriver, la escritora americana, la que escribió Tenemos que hablar de Kevin, que fue su libro más conocido. Sus libros los lees y no pasas indemne por ellos, porque son libros que te están hablando de ti, de la peor parte de ti, probablemente. Y uno no quiere leer ciertas cosas…


“Lo importante es ser auténtico, mirar hacia adentro y escribir de temas que nos preocupen o nos toquen”


Siempre ha habido muy buenas narradoras, escritoras ¿Cree que ahora se les da mayor visibilidad, más voz?

Sí, sin duda. Desde luego hay mucha gente muy buena. Es innegable la calidad. Ha llegado un momento de cambio. Ese territorio estaba mayoritariamente copado por hombres, y la presencia de la mujer era marginal, era casi siempre la anécdota. Uno pensaba en un escritor, y pensaba en un hombre. Creo que eso ha ido cambiando. Hay más permeabilidad y lo interesante es que los hombres piensen que los libros que escriben las mujeres también pueden interesarles a ellos. Que las mujeres no sólo escribimos de nuestras cositas, que parece que esa es la sensación.

Me preocupa que se piense que ahora mismo es bueno ser mujer escritora, porque está de moda y todo eso. Me preocupa el término “está de moda”, porque cuando una cosa está de moda, deja de estarlo.

Tú ves los manuales de bachillerato de secundaria y verás que te hablan mayoritariamente de autores hombres. Eso sigue siendo así todavía. Cuando lo decimos, todavía hay gente que dice que somos unas histéricas. Cuando hablamos de los autores de los 70 se sigue hablando de Javier Marías, de Eduardo Mendoza, y no nombran a Ana María Matute, ni a Carmen Martín Gaite… Es increíble. Y son mejores, aunque les pese. Todavía hay mucho que hacer. Sobre todo en el mundo universitario. Creo que los lectores van por delante de la universidad, y de la crítica.

 

¿De esas primeras novelas hacia dónde ha derivado su escritura? Ha cambiado, y sigue derivando hacia algo, y no sé muy bien hacia dónde. No está parada, está avanzando.

 

¿Cómo definiría aquella escritura inicial?

Pues al ser más inmadura era una escritura más excesiva. Había cosas que me desbordaban. Era más extravagante y estrafalaria. Ahora intento buscar todo eso, pero en la normalidad. Y eso estilísticamente también se nota. Confío en el lenguaje, entonces me gusta usar las palabras normales. Y para mí el reto está en la construcción de la historia, en los puntos de vista, en las estructuras, en esos vaivenes internos que muchas veces no son visibles. Y no tanto en el lenguaje, o en cierta acumulación, o en la creación de efectos.  Eso sí que lo he depurado mucho.

Luego también he ido cogiendo confianza y uso menos la alegoría. Al principio usaba escenarios más alegóricos, simbólicos, para hablar de cosas que me inquietaban. Porque la creación de una alegoría o de un símbolo es como una coraza que te protege. Cuando eso lo quitas y estás hablando ya de personajes reales, que incluso el lector puede pensar ¿será ella?, ¿le habrá pasado a ella? Ahí te tiras a la piscina, te haces más vulnerable. Y eso es una cosa que a mí antes me daba mucho miedo, y ahora no me preocupa.


 “La gente quiere un amigo para meterse en la cama, y un buen libro que no dé problemas, que te ayude en la vida. Para pasar el rato” 


Foto: Sonia Fraga (c).


Así crea una sensación de cercanía con el lector, no por ello es más simple. Jugar con estructuras que sean más accesibles, no quiere decir que su prosa sea más sencilla.

Para nada. Luego los temas siempre han sido más o menos los mismos. Me interesa la naturaleza humana, y sus contradicciones, que son muchas. Y el ser humano, que es fascinante.

 

Y, ¿qué cree que hace que algo pueda salir más o menos logrado?

Yo creo, resumiendo y generalizando mucho, que lo importante es ser auténtico. No intentar impresionar al lector (sorprenderlo o ser más original que nadie). Cuando uno escribe uno debería olvidarse de que tienen un lector, de que va a mantener a un lector. En lugar de mirar hacia fuera, es más importante mirar hacia dentro, e intentar escribir algo auténtico incluso de temas que a nosotros nos preocupen y nos toquen. Y normalmente eso hace que el texto sea mejor casi siempre.

 

Al final te empapas de la realidad que te preocupa, y te inquieta. Su prosa es dura imagino que por las circunstancias socioeconómicas que estamos viviendo en este país ¿no?

Sí, no puedes escapar a tu entorno tampoco. Normalmente, comprendo que la vida está hecha de muchos ingredientes, unos más luminosos y otros más oscuros. Pero yo escribo sobre lo que me inquieta. Y lo que me inquieta normalmente es lo oscuro. No es que sea una pesimista. De hecho, intento no serlo. Pero claro no sé escribir sobre lo que va bien. Sé escribir sobre lo que va mal. Y después lo que te he dicho, me interesa la naturaleza humana, si veo una persona que de pronto tiene un giro en su comportamiento que lo hace extraño o anómalo, me interesa escribir sobre eso porque es lo que me hace mirar.

 




2021

Perrita Country muestra algo que ya mostraba en Un amor, el mundo de la convivencia con los animales ¿Considera que relacionarse con animales es otra manera esencial de relacionarse con la vida, o presenta otras implicaciones?

Los animales, más allá de las mascotas, están ahí, es imposible relacionarnos con la vida sin considerarlos de algún modo. Yo quería hablar en este libro del misterio de esta relación, de lo poco que sabemos de ellos.

 

¿Esa complicidad con lo animal nos hace otro tipo de seres vivos?

En relación con lo anterior, me cuesta hablar de complicidad, no podemos ser cómplices ni amigos de los animales porque no tenemos ni idea de qué piensan de nosotros. Podemos, eso sí, observarlos, respetarlos y admirar su belleza.

 

Su posicionamiento por los animales domésticos permanece dentro de la ficción ¿Las relaciones con seres vivos nos aportan, mucho más allá de una imagen psicoanalítica de sustituto del hijo, o de la pareja?

No creo en esa imagen psicoanalítica, eso de que los animales sustituyen a humanos es, en mi opinión, absurdo, y solo sirve para ridiculizar a quienes los aman.

 

También aparece en Perrita Country la soledad como elección personal ¿Cree que existe una fuerte presión social contra la gente que elige vivir sola?

No lo considero soledad. Es una mujer que en ese momento de su vida vive con sus animales, pero no está sola. El libro se centra en la observación del presente. No es ni un alegato de la soledad ni una crítica a ella.


 “Perrita Country es un libro distinto en tono y forma de los anteriores, pero creo que mantiene mi visión del mundo

 

Perrita Country transita por otros lugares. No noquea e incomoda como algunas de sus obras anteriores. Me parece un libro de sosiego, de asentamiento con el mundo y con el entorno ¿Abre una nueva senda en su obra?

No lo sé. Es un libro distinto en tono y forma a mi escritura anterior, pero creo que mantiene mi visión del mundo. No sé cómo evolucionará el resto de mi obra.

 

En la feria del libro me dijo que fue demasiado intensa la promo de Un amor ¿Cree que su novela más dura e incómoda que ha escrito? ¿Por qué?

No, en absoluto, pero es la que más se ha leído y comentado, y yo he acabado un poco cansada de ella.

 

¿Está es su primera experiencia de poner imágenes / ilustraciones a tu narrativa? ¿Cómo ha resultado la experiencia? ¿Cree que se complementan, que se funden?

No es la primera, hace ya muchos años publiqué un librito, La sobriedad del galápago, que llevaba ilustraciones de Mimi González. Pero esto es muy diferente. La historia no se ilustra, no se representa. Las ilustraciones de Pablo Amargo parten de la abstracción y la sugerencia. Son dos caminos paralelos: avanzan en la misma dirección pero no se tocan.


 

 

 

martes, 7 de diciembre de 2021

TEATRO / CRÍTICA TEREBRANTE de Angélica Lidell


Fotos: Julio Gallegos (c).

      

TEREBRANTE

Texto, dirección, espacio y vestuario: Angélica Lidell.

Intérpretes: Angélica Lidell, con la participación de Saité Ye, Gumersindo Puche y Palestina de los Reyes.

         Teatro Auditorio San Lorenzo del Escorial

         Domingo 28 de noviembre de 2022

        

         EL DOLOR COMO REVULSIVO

 

         Por Andrés Castaño

 

         Angélica Lidell hace años que vuela libre y a su aire, creando desde donde le sale de los ovarios. Generando su propio recorrido sin aspavientos, elaborando una magia escénica con toda su sustancia. En esa trayectoria, el ejercicio de esa libertad le lleva a buscar en los márgenes de lo escénico, a provocar al espectador, a jugar al impacto, a salirse de lo establecido y jugar con un imaginario rico en representaciones. Gusta e impacta, conmoviendo y enmudece allí por donde pasa. Signo de ello es que este montaje es una buena coproducción del festival Temporada Alta, el CDN Orléans / Centre Val de Loire, ERT Emilia Romagna Teatro Fondazione e IAQUINANDI.

         Terebrante se mueve en la acción, en lo iconográfico, en el mundo de las pulsiones y de los placeres dionisiacos, en el poder del inconsciente más mordaz y arrebatador. El foco no está en lo textual. Solo cuenta con unos breves textos, proyectados en la pantalla del fondo del escenario, escritos a raíz de declaraciones de Manuel de los Santos Pastor, El Agujetas. Buscando las causas, la raíz del flamenco en el dolor, en todo ese quejío que surge de lo vivido, de lo llorado, de lo dolido, de lo jodido. La creación tiene ese texto inicial seguido de un momento glorioso con la Lidell poniéndose unos zapatos y taconeando con las bragas bajadas. En una especie de coña cómica, prueba de fuego para no romper la lencería. Luego fuma en escena, y prolonga ese fumar al culo y al coño. No hay filtros, no hay límites. Lidell en su salsa, a su bola.



         Luego conjuga una imaginería nutrida, de corte iconoclasta, que exhibe cierta sorna y burla, donde angelitos, una bandera con un parecido a la Palestina y el revuelco de la propia Lidell en la bandera, guitarras, cuelgan sobre la escena o se estampan. Podríamos decir que Lidell roza el surrealismo o simplemente que lo atrapa por momentos. Su poder escénico es indudable. Aunque no sea vea un hilo conductor, está la causa del flamenco, la raíz de la seguiriya, por lo que tiene de oscuro y trágico. Hay algunos paralelismos con El Agujetas, aparece en escena una mujer oriental, el cantaor tenía una mujer japonesa; el cantaor también empinaba el codo de una manera excesiva, Lidell se vierte botellas y botellas de vino, cerveza y destilados, dándole algún lingotazo entre litro y litro que corre por su cuerpo. Exuda excesos, sin contención, queriendo atrapar esa esencia de la causa, de la creación. Sorprende ese momento de quietud barroca con un contratenor sentado, cantando divinamente, como arropado por ella ¿Mística ante la decadencia? ¿Belleza y barbarie al mismo tiempo?

         Con Lidell la estrategia es dejarse llevar, sorprender, impactar. No tiene mucho sentido buscar una lógica lineal. La provocación en ella reside en la interpretación del acto en sí, ella se ubica al margen del eje decoroso / indecoroso. Su juego consiste en saltarse las normas, en epatar, impactar más allá de lo que sea correcto o no. Sale a la vista su espíritu punk, su capacidad para estirar la representación y darle una vuelta a lo explícito, llevarlo a lo extremo, a lo excesivo, a la reiteración, a lo explosivo. En ese recurrir a imágenes concisas y precisas, repetirlas y coreografiarlas, exponerlas de una manera clara, hay una intencionalidad, desde luego, pero el espectador no llega siempre a desvelarla. El final es una orgía dionisiaca, un chorreo de alcohol, un estallar etílico, con un pequeña altar al cante, silla, flores mediante. Todo ello converge en un momento fin de fiesta por todo lo alto bailando Blondie, y luego con un bis del “Laberinto de Amor” de Camela no puede ser más de feria. Terenebrante, como una mezcla entre lo tenebroso del alma y el quebranto, el dolor más hondo. Vida vivida hasta el límite.