SARA MESA
“La
buena literatura toca la fibra”
Foto: MJ López Olmedo (c).
*PRÉAMBULO
Entrevisté en persona hace años a
Sara Mesa, concretamente en junio de 2017, a raíz del taller literario 'Por Alusiones' que impartió en La Casa Encendida. Me había enterado tarde del taller para
asistir como alumno pero me lo dijo alguien que sí asistió, mi buen amigo el
periodista y realizador de documentales Óscar Falagán. Acudí como oyente a una
de las sesiones y me gustó mucho las dinámicas que generaba con los alumnos, y
las reflexiones que ocasionaba. Mi entrevista con Mesa en una pausa de la
sesión fue muy agradable, creo que transmitía claves para entender más su obra
y su manera de ubicarse en el mundo. Aquella entrevista quedó sin publicar. Por
lo que la publicó aquí.
En otoño de 2021, Mesa publicaba Perrita Country en la editorial Páginas
de Espuma, una novela corta quizás de menor envergadura en su obra pero que me
gustó por todo lo que enuncia de la convivencia con animales domésticos, por el desconocimiento y la frontera en la relación seres humanos-seres vivos.
En esa ocasión le hice una entrevista con vistas a actualizar aquella
entrevista inédita que me parecía interesante publicar. Desgraciadamente esta
última entrevista fue por email. Quizás por mi premura y el habitual ritmo
acelerado en el periodismo, por mi torpeza, por la frialdad de ese formato
electrónico o por otras causas, la entrevista cojeaba. Publico ambas entrevistas aquí,
en mi blog, separadas y organizadas cronológicamente para conocer más a Sara
Mesa.
Escribir
es un acto de fe, un acto de vida. Que también implica un tránsito solitario.
Con sus etapas, su fluidez o sus bloqueos. Un discurrir vital muy alejado de
una visión romántica de la creación. Porque escribir es arriesgar, elegir un
camino y recorrerlo a conciencia. En ese proceso camina Sara Mesa (Madrid,
1975). Que estudió periodismo, se licenció en filología hispana, fue profesora
de lengua española y literatura (ahí está la semilla de su novela Cuatro por Cuatro, Anagrama, 2012), pero
encontró que lo suyo es la escritura. Mesa cuenta con una escritura que ahonda
en la herida, en los lugares tenebrosos del alma, en esos terrenos ocultos que no
queremos ver, que queremos ocultar. Su estilo parece que busca el quiebro, el
lugar de ruptura vital. Se adentra por la psicología humana de una forma
sigilosa o fulminante. En el mundo online y las relaciones epistolares vía
email en Cicatriz (Anagrama, 2015),
en la relación entre una adolescente y una persona mayor en un parque en Cara de pan (Anagrama, 2018) o con una
mujer traductora que se va a vivir sola al campo en Un Amor
(Anagrama, 2020), ésta última novela convenció a crítica y lectores, obteniendo
el premio al mejor libro del año en numerosas publicaciones. También domina
otros géneros, como los magníficos relatos de Mala letra (Anagrama, 2016) o el ensayo Silencio Administrativo (nuevos cuadernos Anagrama, 2019). Ahora
Mesa vuelve con una novela corta, Perrita
Country, editada el pasado mes de octubre por Páginas de Espuma, e
ilustrada por el Premio Nacional de Ilustración Pablo Amargo. Una novela que indaga en la convivencia con los
animales: nos conduce por otro sendero, y vuelve a darnos otro quiebro.
Conversamos con ella para entender más su nueva obra y su trayectoria.
“Me interesa la naturaleza humana y sus contradicciones, que son muchas”
“Me interesa la naturaleza humana, sus giros extraños y anómalos, porque es lo que me hace mirar”
2017
¿De
dónde le surge la necesidad de escribir?
Planteada así, pues
quizás de pequeña. A la alemana Krista
Wolf cuando le preguntan, siempre dice que aprendió a escribir de pequeña.
Y esa necesidad de manera latente la llevas dentro. Lo que pasa es que yo
empecé a escribir tarde, con 30 años. Y previamente había leído mucho pero no
se me había pasado la idea de escribir. Con 30 años no es tarde. Hay gente que
empieza mucho antes, demasiado pronto para mi gusto.
Una
de las cosas más difíciles es tener una voz propia ¿Es algo que se hace o sale
de una manera natural?
Creo que es algo
natural. Algo que unas personas tienen, y otras no. La escritura, o el modo de
expresión, es algo más propio en unas personas que en otras. No creo que haya
nada malo en decir eso.
¿Considera
que su prosa representa la crudeza?
No lo rehúyo, lo busco.
Lo que pasa es que cada vez lo estoy buscando más en lo cotidiano. Estoy
tratando de quitarme cierta mirada efectista, golpes de efecto, o forzar esa
parte de la narrativa que lleva hacia lo cruel, lo grotesco o lo sórdido. Y lo
veo más en lo cotidiano. Pero lo cotidiano aparece entremezclando con muchas
otras cosas. Me gusta esa mezcla. Eso es muy difícil de llevarlo a la
escritura. Digamos que ese es mi reto. Yo no sé si eso está conseguido en mi
prosa, o si representa algo… representar algo es como si ya hubiera algo, y eso
es un espejo.
Hay una parte de mi
escritura y de cualquier otra, que es de creación. Con los materiales de la
vida creas otra cosa. No solamente representar la crudeza de la vida o de lo cotidiano.
En
relación con la crudeza ¿Cree que el mundo creativo es demasiado amable o
benévolo?
Creo que lo que define
a la buena literatura no es en sí que incomode al lector, pero sí que le toque
la fibra sea de una manera o de otra, e incomodando en muchísimos casos.
Haciendo parte al lector de esa historia. Incluso aunque sea ciencia ficción,
porque habla de los miedos de ahora. Y un buen libro de ciencia te está tocando
de cerca… Todo lo que te toque. Que leer sea una experiencia. Como la gran
mayoría de los libros que yo leo son así, me da la sensación que la literatura
en general hace eso. Pero si entendemos en grandes números y en grandes
movimientos comerciales, imagino que lo que se lleva es lo contrario, claro.
La gente quiere un
amigo para meterse en la cama, y un buen libro que no dé problemas, que te
ayude en la vida. Para pasar el rato. La evasión también. Hay muchos libros que
duele leerlos. Yo ahora mismo estoy leyendo a Lionel Shriver, la escritora
americana, la que escribió Tenemos que
hablar de Kevin, que fue su libro más conocido. Sus libros los lees y no
pasas indemne por ellos, porque son libros que te están hablando de ti, de la
peor parte de ti, probablemente. Y uno no quiere leer ciertas cosas…
“Lo importante es ser auténtico, mirar hacia adentro y escribir de temas que nos preocupen o nos toquen”
Siempre
ha habido muy buenas narradoras, escritoras ¿Cree que ahora se les da mayor
visibilidad, más voz?
Sí, sin duda. Desde
luego hay mucha gente muy buena. Es innegable la calidad. Ha llegado un momento
de cambio. Ese territorio estaba mayoritariamente copado por hombres, y la
presencia de la mujer era marginal, era casi siempre la anécdota. Uno pensaba
en un escritor, y pensaba en un hombre. Creo que eso ha ido cambiando. Hay más
permeabilidad y lo interesante es que los hombres piensen que los libros que
escriben las mujeres también pueden interesarles a ellos. Que las mujeres no
sólo escribimos de nuestras cositas, que parece que esa es la sensación.
Me preocupa que se
piense que ahora mismo es bueno ser mujer escritora, porque está de moda y todo
eso. Me preocupa el término “está de moda”, porque cuando una cosa está de
moda, deja de estarlo.
Tú ves los manuales de
bachillerato de secundaria y verás que te hablan mayoritariamente de autores
hombres. Eso sigue siendo así todavía. Cuando lo decimos, todavía hay gente que
dice que somos unas histéricas. Cuando hablamos de los autores de los 70 se
sigue hablando de Javier Marías, de Eduardo Mendoza, y no nombran a Ana María
Matute, ni a Carmen Martín Gaite… Es increíble. Y son mejores, aunque les pese.
Todavía hay mucho que hacer. Sobre todo en el mundo universitario. Creo que los
lectores van por delante de la universidad, y de la crítica.
¿De
esas primeras novelas hacia dónde ha derivado su escritura? Ha
cambiado, y sigue derivando hacia algo, y no sé muy bien hacia dónde. No está
parada, está avanzando.
¿Cómo
definiría aquella escritura inicial?
Pues al ser más
inmadura era una escritura más excesiva. Había cosas que me desbordaban. Era
más extravagante y estrafalaria. Ahora intento buscar todo eso, pero en la
normalidad. Y eso estilísticamente también se nota. Confío en el lenguaje,
entonces me gusta usar las palabras normales. Y para mí el reto está en la
construcción de la historia, en los puntos de vista, en las estructuras, en
esos vaivenes internos que muchas veces no son visibles. Y no tanto en el
lenguaje, o en cierta acumulación, o en la creación de efectos. Eso sí que lo he depurado mucho.
Luego también he ido
cogiendo confianza y uso menos la alegoría. Al principio usaba escenarios más
alegóricos, simbólicos, para hablar de cosas que me inquietaban. Porque la
creación de una alegoría o de un símbolo es como una coraza que te protege.
Cuando eso lo quitas y estás hablando ya de personajes reales, que incluso el
lector puede pensar ¿será ella?, ¿le habrá pasado a ella? Ahí te tiras a la
piscina, te haces más vulnerable. Y eso es una cosa que a mí antes me daba
mucho miedo, y ahora no me preocupa.
“La gente quiere un amigo para meterse en la cama, y un buen libro que no dé problemas, que te ayude en la vida. Para pasar el rato”
Foto: Sonia Fraga (c).
Así
crea una sensación de cercanía con el lector, no por ello es más simple. Jugar
con estructuras que sean más accesibles, no quiere decir que su prosa sea más
sencilla.
Para nada. Luego los
temas siempre han sido más o menos los mismos. Me interesa la naturaleza
humana, y sus contradicciones, que son muchas. Y el ser humano, que es
fascinante.
Y,
¿qué cree que hace que algo pueda salir más o menos logrado?
Yo creo, resumiendo y
generalizando mucho, que lo importante es ser auténtico. No intentar
impresionar al lector (sorprenderlo o ser más original que nadie). Cuando uno
escribe uno debería olvidarse de que tienen un lector, de que va a mantener a
un lector. En lugar de mirar hacia fuera, es más importante mirar hacia dentro,
e intentar escribir algo auténtico incluso de temas que a nosotros nos
preocupen y nos toquen. Y normalmente eso hace que el texto sea mejor casi
siempre.
Al
final te empapas de la realidad que te preocupa, y te inquieta. Su prosa es
dura imagino que por las circunstancias socioeconómicas que estamos viviendo en
este país ¿no?
Sí, no puedes escapar a
tu entorno tampoco. Normalmente, comprendo que la vida está hecha de muchos
ingredientes, unos más luminosos y otros más oscuros. Pero yo escribo sobre lo
que me inquieta. Y lo que me inquieta normalmente es lo oscuro. No es que sea
una pesimista. De hecho, intento no serlo. Pero claro no sé escribir sobre lo
que va bien. Sé escribir sobre lo que va mal. Y después lo que te he dicho, me
interesa la naturaleza humana, si veo una persona que de pronto tiene un giro
en su comportamiento que lo hace extraño o anómalo, me interesa escribir sobre
eso porque es lo que me hace mirar.
2021
Perrita Country muestra algo que ya mostraba en Un amor, el mundo de la convivencia con
los animales ¿Considera que relacionarse con animales es otra manera esencial
de relacionarse con la vida, o presenta otras implicaciones?
Los animales, más allá de
las mascotas, están ahí, es imposible relacionarnos con la vida sin
considerarlos de algún modo. Yo quería hablar en este libro del misterio de
esta relación, de lo poco que sabemos de ellos.
¿Esa
complicidad con lo animal nos hace otro tipo de seres vivos?
En relación con lo
anterior, me cuesta hablar de complicidad, no podemos ser cómplices ni amigos
de los animales porque no tenemos ni idea de qué piensan de nosotros. Podemos,
eso sí, observarlos, respetarlos y admirar su belleza.
Su
posicionamiento por los animales domésticos permanece dentro de la ficción ¿Las
relaciones con seres vivos nos aportan, mucho más allá de una imagen
psicoanalítica de sustituto del hijo, o de la pareja?
No creo en esa imagen
psicoanalítica, eso de que los animales sustituyen a humanos es, en mi opinión,
absurdo, y solo sirve para ridiculizar a quienes los aman.
También
aparece en Perrita Country la soledad
como elección personal ¿Cree que existe una fuerte presión social contra la
gente que elige vivir sola?
No lo considero
soledad. Es una mujer que en ese momento de su vida vive con sus animales, pero
no está sola. El libro se centra en la observación del presente. No es ni un
alegato de la soledad ni una crítica a ella.
“Perrita Country es un libro distinto en tono y forma de los anteriores, pero creo que mantiene mi visión del mundo”
Perrita Country transita por otros lugares. No
noquea e incomoda como algunas de sus obras anteriores. Me parece un libro de
sosiego, de asentamiento con el mundo y con el entorno ¿Abre una nueva senda en
su obra?
No lo sé. Es un libro
distinto en tono y forma a mi escritura anterior, pero creo que mantiene mi
visión del mundo. No sé cómo evolucionará el resto de mi obra.
En
la feria del libro me dijo que fue demasiado intensa la promo de Un amor ¿Cree que su novela más dura e
incómoda que ha escrito? ¿Por qué?
No, en absoluto, pero
es la que más se ha leído y comentado, y yo he acabado un poco cansada de ella.
¿Está
es su primera experiencia de poner imágenes / ilustraciones a tu narrativa? ¿Cómo
ha resultado la experiencia? ¿Cree que se complementan, que se funden?
No es la primera, hace
ya muchos años publiqué un librito, La
sobriedad del galápago, que llevaba ilustraciones de Mimi González. Pero
esto es muy diferente. La historia no se ilustra, no se representa. Las
ilustraciones de Pablo Amargo parten de la abstracción y la sugerencia. Son dos
caminos paralelos: avanzan en la misma dirección pero no se tocan.