ALCINE
#Online
#YoMeQuedoEnCasaViendoCortos
El
cortometraje suele presentarse habitualmente como el arranque de una carrera cinematográfica.
Y sirve como trampolín para el desarrollo de proyectos audiovisuales. En el
cortometraje hay mucha sustancia concentrada en minutos. Y pesan, importan las
historias. Mucho. Es un formato que se presta a la investigación, la
experimentación o al tratamiento de planteamientos formales y narrativos
distintos.
Por
eso, no entiendo porque está tan poco valorado el formato cortometraje como
algo menor. Cuando contiene buenas esencias, oro en bruto, tan solo en unos minutos.
Me recuerda al tratamiento que puede recibir el relato o el cuento en
literatura. Pero no, porque ha habido un resurgir de esos géneros en literatura,
y una serie de editoriales, premios que lo han potenciado. Recuerdo cuando al
ir a cines de versión original se proyectaba un cortometraje antes de cada
película. Una tradición que se debía recuperar. Para dar visibilidad el talento
creativo audiovisual de nuestro país. Que es mucho.
Uno
de los festivales de cortometrajes más destacados que hay en España es el
Alcine, el festival de cine de Alcalá de
Henares / Comunidad de Madrid. Que cuenta ya con una trayectoria de 48 ediciones.
El festival ha visto crecer y pasar a los grandes directores del panorama
actual (Fernando Franco, Javier Fesser, León Siminiani, Borja Cobeaga, Daniel
Sánchez Arévalo o Félix Viscarret).
Desde
el pasado 19 de marzo Alcine decidió colgar
cada día un cortometraje que ha pasado por el festival. Apoyado en el hastag
#YoMeQuedoEnCasaViendoCorto. Están ordenados en la página web de inicio, pero
no tienen cabida todos. Así que se pueden ver todos cronológicamente en la
sección de Noticias.
Aún
no me he visto todos los cortos. Pero entre los que he visto, destacaría la
mayoría porque contienen diamantes en bruto, valores interesantes, puntos y
aproximaciones elogiables. Y se vislumbra un talento audiovisual potencial. En
muchos casos hemos comprobado que ese talento se desarrolló en años posteriores
llegando a consagrar a esos directores.
‘Éramos
pocos’ (2005) de Borja Cobeaga ilustra a la perfección el machismo y la
liberación de la mujer, en un ‘zasca’ excelente que también retrata la soledad
y la dependencia, con Ramón Barea y Mariví Bilbao presidiendo el reparto.
‘Traumología’
(2007) de Daniel Sánchez Arévalo se adentra en los entresijos de una familia numerosa.
Un evento de celebración se tuerce y destapa dinámicas ocultas. Cuenta con Raúl
Arévalo, Antonio de La Torre, Jorge Pereira y Quim Gutiérrez, entre otros y con
música de Pascal Gaigne. Porque no existe la perfección, pero ¿somos
disfuncionales?
‘Bienvenidos’
(2014) de Javier Fesser ilustra la vida en una comarca de Perú de una familia a
través de los niños, la escuela y las posibilidades de comunicación que ha
generado la tecnología. Entrañable homenaje al mundo rural y a otras latitudes
desde la mirada de Anni, la niña que ejerce de narradora. Valiente resultado
que muestra cómo se puede aportar a través de la integración y cooperación.
‘El
tránsito’ (2009) de Elías León Siminiani, adquiere el formato de corto
documental o ensayo visual. Rodado con imágenes de Nueva York reflexiona sobre
el tiempo, el desplazamiento y las implicaciones de los hábitos cotidianos en
nuestra vida. Con reflexiones que siguen siendo actuales hoy en día. Corto con
mirada crítica y temática social-filosófica que cala.
Quizás
el corto que menos me ha convencido es ‘Sintonía’ (2005) de Jose María Goenaga
con producción de Aitor Arregui. Destaca Josean Bengoetxea por su
interpretación. La música está firmada por Pascal Gaigne, y se recupera una
canción folk de Tracy Chapman. Un tándem que después me ha emocionado con ‘Loreak’
(2014) o la reciente ‘La trinchera infinita’ (2019).
‘Room’
(2011) retrata el lado oscuro de las redes, en este caso de un chat. La
comunicación virtual puede caer en el morbo y en la falta de principios éticos.
Y cómo una situación se puede ir de las manos. Contiene el sello particular de
Fernando Franco que luego plasmó en ‘La Herida’ (2013) y ‘Morir’ (2017).
El
mundo de la pareja aparece retratado en dos cortos jugosos como ‘Mañana no es
otro día’ (2015) de David Martín de los Santos, cuando las parejas se ven en
caminos distintos. Y en ‘Café para llevar’ (2017) de Patricia Font que retrata
un reencuentro con tu ex, con esos tira y aflojas y la vuelta, revuelta y
reproches. En los dos aparece Daniel Grao en dos registros muy creíbles.
Fotograma del corto 'Mañana no es otro día'.
Y
eso es solo una muestra que exhibe, muestra el nivel potente del cortometraje
nacional. Talento en corto. Alcance en largo. Disfruten.
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