CARICIAS EN LA NOCHE
Caen caricias en la
noche,
ahí afuera.
Y, a lo lejos,
alguien,
de súbito
llama
a la cordura.
¿Es
el silencio
o
el murmullo
lo
que nos perturba?
No
sabemos porqué,
pero
el cielo llora nuestra ausencia.
Se
extraña del tiempo pausado,
de
las plegarias virtuales,
y
clama porque el aire puro
no
se pierda en promesas.
Por
eso, caen caricias en la noche
Ahí
afuera.
Parece
que el tiempo habla
“como
si esa piel no necesitara
un
roce, acaso un pellizco, un arañazo”
Una
dosis de presencia,
en
tiempos de ausencias.
Extrañas los días.
Sientes
las noches,
como
un lugar de confesión.
Todo
transcurre sereno,
en
un quehacer liviano,
que
conduce a la transformación.
¿Era
yo aquel?
¿Seré
yo
ese
que se perfila
en
la sombra?
Desconoces
los límites,
del
viaje interior.
No
temes al desafío
ni
al tiempo volando,
todo
son marcas
de
lo inevitable.
Lamentas
no haber
traído
el fruto recogido,
sombrío
pero lleno de sabor.
Para
aquellos momentos
de
incertezas y llamadas furiosas.
Tu
mente guarda el recuerdo
de los días, de las hojas caídas.
De las gentes en su pesar.
Y de días a olvidar.
Sigues
embrujado,
¿o
eras cautivo?
Permaneces
en lo oculto
porque
caen caricias en la noche
ahí
afuera.
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