De izquierda a derecha Fernando Alfaro, Javier Fernández Milla y Juan Carlos Rodríguez.
CHUCHO
“Yoga Love”
Publicado el viernes 29
de mayo de 2020 en las plataformas de streaming y a la venta.
Edita Intromúsica.
HACER LAS COSAS POR AMOR
Fernando Alfaro descoloca. Pero para bien. Con mucho humor,
como es el caso de “Yoga Love”, y a veces con algo de tragedia. A veces da
vueltas sobre lo mismo, pero sus canciones tienen su marca indiscutible. No me
cabe duda de que es uno de los más grandes compositores de pop-rock de este
país. A su carrera me remito. Sea en Surfin’ Bichos, en solitario o con Chucho.
Bandas capitales de la historia de la música alternativa de nuestro país.
Me
encantan esos primeros versos “Lo que llegué a retorcerme por amor”, repetido
cuatro veces. Para que quede claro. Para que coja fuerza el concepto. “Yoga
Love” empieza a ritmo de trote. Para conseguir esa explosión muy propia de
Chucho, como transición, como pequeña rabia, como apogeo de la plenitud física,
como exaltación.
“Siempre
después del puto trabajo / entre el ‘precariado’ y el voluntariado / Con la
tragedia a medio poner / A clase de yoga, una y otra vez / Y me estiraba hasta
lo imposible / aún así me encantaba, nunca fui muy flexible (..) en clase de
yoga, una y otra vez, por amor”.
La
historia transcurre entre la sorna, la ironía, el respeto y la coña. Pero reside
en “Yoga Love” un retrato social muy sincero. El amor que viene y va. El
trabajo alienante. Y los disfraces del mundo feliz ¿el voluntariado? ¿el yoga?
Armas de defensa masiva (colectiva e individual). Pero síntomas de una sociedad
(¿injusta y/o enferma?). “Me activaré los chakras si me convierto en yogui”.
Agarrarse a cualquier poder sanador, o a cualquier luz que ilumine la
oscuridad. El Chucho, mordiendo la herida, una vez más.
*El videoclip con Aníbal Gómez (Ojete Calor, Ruido Paraíso) tiene su gracia.
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