La cultura en estado puro. Información cultural y pinceladas creativas. Combina una selección personal y personajes que tienen mucho que decir. Todo con una mirada abierta que busca en los rincones de la vida y en los baúles del conocimiento. #Música #Arte #Teatro #Danza #Cómic #Literatura #Cine #Series #Entrevistas
El
fotógrafo gaditano Miguel Trillo (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1953) cuenta
con un largo recorrido como fotógrafo. Tiene un don especial para retratar a la
gente en su contexto, en su entorno. Y captar el punto especial de cada
persona. Haciendo de esa instantánea algo mágico. Ahora mismo se puede
disfrutar de dos exposiciones de Trillo, gracias a la programación de
PHotoEspaña. La primera se inauguró a finales del pasado mes de julio, en el
Círculo de Bellas Artes (CBA) y muestra fotografías incluidas en tres de los
primeros fanzines fotográficos, Rockockó
(1980-1984), Callejones y avenidas
(1985-1987) y Madrid, las calles del
ritmo (1988). En Rockockó plasmaba público de conciertos y algunas bandas
antológicas como Los Elegantes, Parálisis Permanente, Alaska y los Pegamoides o
Los Rebeldes entre otras bandas. Pero los principales protagonistas son los
anónimos que aparecen, de las distintas tribus urbanas de aquel momento: punks,
mods, rockers, modernos y siniestros, nuevos románticos, heavies, teddy boys,
amantes de la electrónica, etcétera.
Trillo
a finales de los 70 quería comenzar a colaborar en alguna revista conocidas de
la época pero vistas las dificultades para entrar en el engranaje, creó su
propio fanzine ‘Rockocó’, que era “un homenaje silencioso a unas vidas empapadas
de las músicas de su tiempo” según explica. Y que distribuía por tiendas, salas
de concierto o vendía en el Rastro. Rockocó agrupaba las fotos en bloques
temáticos, por tribus urbanas. También incluía fotos de algunas bandas pero cada
vez el protagonista iba siendo el público de esos conciertos o garitos. Luego
vino “Callejones y Avenidas” a mayor tamaño (hechas con fotos de formato medio),
fotos cuadradas más libres y amplias en públicos (ya no sólo el musical, sino
también el fotográfico) y cobra protagonismo su nombre apareciendo en portada.
La
exposición de La Fábrica recoge otras fotos aunque repite alguna del CBA. Y nos
ilustra sobre la juventud de esa época, sobre las tribus urbanas emergentes, el
hip-hop, el ambiente gay. Es una selección de fotos a gran tamaño que ya
presentó como ‘Recuento’ en 2001 en el Photomuseum de Zarautz. Son “retratos de
calle, recuento de una teatralidad espontánea donde no hay personajes, sino
vivencias. Vidas de personas tocadas por la música en su propio territorio
convertido en escenario” explica Trillo. De la fotografía de Trillo nos cautiva
la complicidad que consigue con el protagonista o protagonistas de sus
instantáneas. Nos ilustra una época, nos transmite los cambios latentes de
aquellos años a través de las pintas de los jóvenes saliendo de marcha, yendo a
conciertos. Ambas exposiciones hurgan en el pasado. “El pozo del tiempo, cuando se remueve,
produce unos grumos a veces mágicos. La fotografía es un bonito remedio de la
vida”, subraya Trillo. Un retratista que ya en los 90 pasó al color, y que
sigue indagando en el universo humano. Ya sea con su proyecto ‘Zoom’ (jóvenes
inmigrantes -en conciertos y discotecas- reproducidos en tarjetas telefónicas)
o ‘Gigasiápolis’ (actitudes de la cultura juvenil surgida en las
megaciudades del continente asiático). La realidad está ahí para
plasmarla.
Gracias a PHotoEspaña hemos podido tener en la capital una
exposición fascinante del gran fotógrafo Koldo Chamorro (Vitoria, 1949 –
Pamplona, 2009). Además la exposición se ha alargado dos semanas más, pues
estaba prevista su clausura el 20 de septiembre. La muestra se había inaugurado
anteriormente en el museo de Navarra, aunque en Pamplona la muestra era más
amplia (más de un centenar de fotografías, aquí son 63 las seleccionadas).
El espacio elegido resulta idóneo para esta serie en blanco
y negro con un poder sobrecogedor y una majestuosidad iconográfica. Dos salas.
La entrada con una serie de fotos a ambos lados a modo de introducción de ‘El
Santo Christo’, y a un lado una pantalla donde puede verse el documental ‘Totum
Revoltum’ realizado por Clemente Bernad y Carolina Martínez, con una duración
de 7 horas que cuenta con entrevistas a 70 personas relevantes que hablan de la
obra de Chamorro. El documental también puede verse tranquilamente en
diferentes capítulos aquí (canal de YouTube
de Alkibla). Y luego la sala principal a modo de capilla, a oscuras con una
cruz luminosa reflejada al fondo y con un ambiente de liturgia total.
Koldo Chamorro realizó
ensayos fotográficos a largo plazo, a lo largo de los 35 años de su carrera, en
los que analizaba temas sociales de gran calado (la religión, los toros, las
fiestas, el cuerpo, el sexo, entre otros). Chamorro inicia su ‘El Santo Christo
Ibérico’ en 1974 con la idea de retratar unas fiestas populares, manifestaciones
y tradiciones religiosas de esa España oscurantista y cerrada al mundo que con
el tardofranquismo tenían pinta de desaparecer o quedar en el olvido con los
tiempos de cambio que se avecinaban. No deja de ser un ensayo, con fuerte
análisis social, sobre el efecto de la cruz en el paisaje social y en muchos
festejos, liturgias, celebraciones
cristiana, así como la presencia de la iconografía de la cruz en tantos momentos
de la vida cotidiana. Dio por finalizada esta serie en el año 2000 con el
jubileo católico de Madrid.
Queda así un grandísmo documento histórico, que sirve de
imagen de la identidad española de aquella época, que retrata la España que
salía de la dictadura y su evolución. Y sobre todo refleja al detalle, con una
maestría (de formas, detalles, escenas) aquella simbología oscurantista, tan
amparada en la religión católica como si fuera lo absoluto, la única guía, el
esquema social a seguir por obra de dios. Así como la palabra absoluta de toda
la simbología católica reflejada en los españoles. Se intuye que Chamorro era
muy crítico, dominado por la curiosidad, la pasión, la perfección, el detalle.
Alguien sociable, observador, rastreador de lugares, situaciones, pero alguien
también implacable en sus juicios. El resultado es asombroso. Sus fotografías inquietan,
asombran, despiertan, cuestionan o enfatizan nuestros arraigos. El porqué de
esa pasión cristiana, si hay horizonte con ese universo, o si ese mundo nos
tapaba el horizonte ¿Que queda de aquello? ¿De qué manera no ha influido en lo que
somos en este presente? Os recomiendo verla en vivo y en directo. Si disponéis
de media horao de una hora, podéis ver
este ensayo magistral con detalle. Una lección de dónde venimos, de dónde
estaban las tradiciones. El espejo de los tiempos retratado por un creador
único. Algo mágico, sublime, poderoso.
Mira los vídeos de _juno
en su canal de YouTubeo
escúchales en su Spotify.
*La única entrevista
que he leído a la banda es obra del periodista Sebas E. Alonso. Puedes leerla aquí.
EL
REFUGIO
Hace tiempo que colaboran juntos la cantante y compositora Zahara y Martí Perarnau (líder de la
banda Mucho) tocando en directo. Pero
ahora pasan a otro estrato, juntos han creado en _juno, un proyecto intimista,
onírico, con aura etérea, entre lo digital y lo acústico, con un latido muy
sentido y reflexivo. Y es que el tiempo acompaña. _juno aquí no es una diosa de
la mitología romana (diosa del matrimonio y diosa de todos los dioses), aunque
su nombre apunte a ello: a la necesidad de algo más, aunque sea intangible. Su
primer disco ‘_BCN626’ lo publicaron casi de escondidas, sin hacer demasiado
ruido, a mediados del pasado mes de julio un disco. Un disco precioso, que
conmueve en su planteamiento, en su forma y en su fondo. Ecos de bandas como Beach House o de artistas que tiran de
lo clásico como Nils Frahm.
‘_BCN626’ conecta con energías varias, historias personales,
fantasmas, espíritus y poderes extraños. Y la sensación que te queda es muy de
era post Covid19: de mirada hacia adentro, de quedarte en tu refugio y de
hacerte fuerte en él, mientras el ruido y la tempestad golpean ahí afuera. Tanto
Martí como Zahara componen al “50%, en un proyecto libre y honesto creado en
abril de 2019” como ellos mismos definen en su perfil de Spotify. Puede parecer
que se trata de un disco aparentemente sencillo pero no: abre territorios,
desvela historias, descubre sonidos, en un concepto con profundidad de miras. Fernando Neira lo destripa muy bien aquí.
“_casamurada” es una canción que entra suave gracias a esos
teclados que acentúan la historia. La letra surge dulce entre pequeñas batallas
y detalles cotidianos de convivencia, en una casa que simboliza la vida y sus
desastres que canta Zahara. Luego está ese momento de confesiones, apuntados y
remarcados con guitarra acústica y con la voz de Martí. Esos duetos que conectan,
que crean un todo. Las programaciones que crean presencias, sombras que nos
acompañan. Encontramos mucho amor (dolor y espíritus) en esta Casamurada (el estudio donde grabaron el disco entre octubre y noviembre de 2019). Entramos
en ese universo de revelaciones, de cosas que nos sorprenden y nos dan un quiebro.
Y entonces la vida emerge desde el refugio donde nos resguardábamos. *A cada canción le acompaña un videoclip hecho para la ocasión. Visitad su canal YouTube par ver los diez vídeos de las diez canciones.
*Hace 4 años publiqué un reportaje sobre los 25 años del 'Nevermind' con protagonistas nacionales (músicos, periodistas y un escritor) en la extinta web cultural notodo.com.
notodo.com que dejó de existir en enero de 2019, estuvo un tiempo aún en la red pero ya no existe el dominio. Así que a continuación publico el reportaje
REPORTAJE
/ 25 AÑOS DEL ‘NEVERMIND’
Foto de Kirk Weddle.
Spencer Alden, el bebé de la portada original fotografiado por John Chapple.
El trío de Seattle, Nirvana en la psicina de la sesión de fotos de la mítica portada.
Nirvana en el parque de El Retiro de Madrid.
El programa de radio La Isla de Encanta, dirigido por César Luquero y Julio Moreno, organizó un disco homenaje del 'Nevermind' en 2011 con bandas españolas del calibre de Maga, Lori Meyers, The New Raemon, J.F Senastian, Dwomo, His Majesty The King, Irene Tremblay, Delco, Idealipsticks, Pájaro Sunrise y Boat Beam, reinterpretando cada banda un tema del mítico disco. Os recomiendo escucharlo aquí al completo. No tiene desperdicio. Al año siguiente hicieron un disco homenaje al "Copper Blue" de Sugar.
Yo por quedarme, me quedo con la versión de Dwomo por cambiar el aire de "Lithium" a un punto bossa.
EL NIRVANA QUE TE ELEVA
EL NIRVANA NUNCA MUERE
Década de 1990. Seattle
fue por unos años el centro de atención musical. Algo grande se estaba
cociendo. Bandas como Pearl Jam, Nirvana, Soundgarden, Screaming Trees, Mudhoney…
cogían el relevo de Dinosaur Jr., Pixies y Sonic Youth. Fue el sonido Seattle,
pero más allá de las escenas, productos de los periodistas, con Nirvana algo
cambió nuestra concepción del rock. Y ya nada fue lo mismo.
Hablamos con los
músicos Fernando Alfaro (Chucho y Surfin’ Bichos), Amparo Llanos (Dover), con
los periodistas Joan S. Luna (jefe de redacción de MondoSonoro) y Paco Pérez
Bryan (ex director de Radio 3 y director del mítico programa ‘De 4 a 3’), y con
el escritor José Ángel Mañas (su novela ‘Historias del Kronen’ fue finalista
del Premio Nadal y reflejó la noche madrileña de esa época).
Por Andrés Castaño
Los
grandes discos nunca envejecen. Suenan igual de frescos, igual de explosivos,
igual de atemporales, que cuando fueron editados por primera vez. El ‘Nevermind’
(Geffen, 1991) de Nirvana, es buena prueba de ello. Un disco excelentemente
producido por Butch Vig (miembro de Garbage y artífice de otras dos obras
magnas de la época: el ‘Siamese Dream’ (1993) de The Smashing Pumpkins y el ‘Dirty’
(1992) de Sonic Youth). ‘Never Mind’ supuso un momento de cambio para el rock.
Un momento en el que la rabia punk, se alió con las melodías pop. Lo importante
no era si llevabas vaqueros y camisa de leñador y greñas, sino decir lo que
pensabas, hacer lo que querías, y botar como si no hubiera mañana.
25
años después la llama de Nirvana sigue viva. ‘Bleach’ (Sub Pop, 1989) fue la
semilla, pero la punta del iceberg fue ‘Nevermind’, su obra culmen y una obra
maestra en la historia de la música, disco fundamental para entender la
evolución del rock. Continuada por un magnífico ‘In Utero’ (Geffen, 1993), sin olvidarnos de 'Incesticide' (1992) con rarezas, caras B y otras grabaciones.
Luego vino el ‘Unplugged’ y el directo póstumo “From the Muddy Banks of the
Wishkah” (1996), tras la muerte de Cobain. Kurt Cobain se suicidó el 5 de abril
de 1994.
¿Qué
hubiera sido de Kurt Cobain si hubiera seguido vivo? Mejor no hacer cábalas.
Demasiados músicos desaparecidos por causas similares: Jeff Buckley, Elliot
Smith, Vic Chesnutt, entre otros. Lo que queda claro es que Cobain tenía una
energía arrebatadora, y una sensibilidad especial.
Jeff Buckley y Courtney Love.
Vic Chesnutt.
Kurt Cobain en la grabación del Unplugged de la MTV.
El impacto
‘Nevermind’
entraba con fuerza. “Me dejó en estado de shock. Me pareció una combinación
única, unas melodías pop preciosas, con una voz muy personal y muy sentida, y
una fuerza instrumental impresionante. Esa mezcla de caña tan brutal. Me lo
compré nada más salir en un viaje a Londres. Me lo ponía sin parar. Y de hecho
mis hermanas, sobre todo Cristina enseguida se contagiaron, porque ponía el
disco a todas horas” reconoce por teléfono Amparo Llanos.
Fernando
Alfaro le saca más aristas. “Cuando salió “Smells like teen spirit” pensé que
eran The Police. Nadie lo dice. Pero la estrofa es muy Police, tanto la
estrofa, como la guitarra… Y luego eran Pixies, época Trompe Le Monde, en el
estribillo, ¡Qué pelotazo! ¡Qué mezcla
de canción! Me encantó el Nevermind. Son canciones muy buenas. Con un sonido
perfecto, brutal. Eran canciones comerciales pero perfectas para el crossover
en radios y televisiones”.
“La
primera vez que lo escuché supe que iba a ser un disco que iba a cambiar la
música de los 90. Que iba a reventar. ‘Nevermind’ era el germen, tiraba de toda
la historia y el sentimiento rock de los 80” afirma Paco Pérez Bryan,
descubridor de la banda de Seattle en Radio 3, que reconoce que en su programa
“machaba el disco a todas horas”. Suya es una de las primeras entrevistas con
la banda en España, como la de Beatriz Pecker que apareció en Rockopop, el
programa musical de TVE.
Para
el escritor José Ángel Mañas, que también tuvo su propia banda, Nevermind “fue
una bocanada de aire fresco, un remozamiento del rock que empezaba a estar muy
engolado y desvirtuado en su vertiente más comercial (pienso en el bombo
hinchado de algunas bandas, o en el sonido de Simple Minds, que para mí es
paradigmático de la época). Nirvana y Sonic Youth, los dos, yo creo que
refrescaron el panorama. Los Sonic Youth de una manera más sofisticada y
neoyorquina, y Nirvana con su visceralidad y volviendo a las esencias roqueras
más básicas”.
Joan
S. Luna, jefe de redacción de la revista musical MondoSonoro destaca “como la onda expansiva de Nirvana ayudó a
que otros públicos se interesasen por ciertas bandas que siempre se habían
mantenido un poco en las sombras”.
Sonic Youth y Nirvana.
Iconos
“Hay
discos que son…. Iba a decir perfecto, pero no creo que sería la perfección
artística. No creo que haya perfección en nada. Pero si que creo que es un
disco redondo. Que todo el disco tiene sentido. Lleno de canciones enormes. Se
escucha a lo largo de los años y envejece muy bien”, asegura Llanos.
“Kurt
Cobain,-prosigue Llanos-, dejó huella a muchísima gente, porque tenía muchísima
alma y personalidad lo que él hacía y era muy reconocible. Los artistas que
tienen ángel, cuanto más tiempo pasa, más fácil es darse cuenta del talento. Ese
tipo de artista se nota, y la gente conecta con él. Más allá de las modas”.
Para
Alfaro “Kurt Cobain como personaje me fascina, me parece de los grandes mitos
de la cultura contemporánea. Era así, no era cuestión de pose. Era alguien muy
sufrido, ese carácter, esa forma de ser, era lo que daba sentido a sus
canciones. Yo vi muy lógico lo que ocurrió con Nirvana. Aunque sí que me
sorprendió, como a todo el mundo, el alcance y el boom global. Pero son formas
de mejorar la cultura. Hay un antes y un después de Nirvana”.
Nirvana
marcó a toda una generación. “Nirvana era el urschrei, el grito hecho arte, la angustia hecha melodía.
Transmitía una sensación de autenticidad brutal. Algo muy potente. Pero la
aceptación distó de ser unánime. No hay que olvidar que, en el momento en el
que empezaron a sonar en radios comerciales, muchos de sus primeros defensores
(los más snobs) les dieron la espalda y los tildaron de vendidos y etcétera.
Como suele ocurrir, bastó que se suicidara Kurt Cobain para que renegaran de su
desdén. La música de Nirvana, a todo esto, no había cambiado entre una cosa y
otra… ¿o sí? Resulta imposible de saber en qué medida nuestros prejuicios
modifican la percepción musical. La sensibilidad sin cultura no existe” matiza
Mañas.
Hay anécdotas que normalizan a los famosos. Paco Pérez Bryan
estuvo viendo a Nirvana en 1991 en el Kilburn National Ballroom junto a Joaquín
Luqui. Y alucinó del directo de los de Seattle. Tras el concierto asistieron a
una fiesta privada de unas 50 personas. En un momento dado Paco se estaba
liando un porro a la vez que estaba charlando con David Grohl y Kris Novoselic,
le pasó el canuto a Kurt Cobain, sin necesidad de decir más. Huyendo del
avasallar y ese estar detrás encima de las estrellas.
Para Luna “Cobain, fue uno de esos tipos
que supo comportarse como un tipo malcarado cuando debía, como un punk salvaje
cuando el momento lo requería, y mostrar su cara más sensible cuando sabía que
debía hacerlo. Creo que Nirvana conectan más con un angst juvenil que se va repitiendo generación tras generación.
Traducen la rabia y la introspección que puedes sentir en un momento concreto
de tu vida en canciones cortas, ruidosas y brutas... y eso a todos nos hace
falta en ciertas partes de nuestras existencias”.
Nirvana en el parque del Retiro.
Las influencias
“A
Surfin’ Bichos,-nos reconoce Alfaro-, nos llamaron los Nirvana españoles.
Aunque era una estrategia de marketing, por parte de la industria. Era un grupo
con profundidad, con trasfondo y trascendieron al gran público. Eso nos sirvió
de excusa a muchos para intentarlo. O al menos para engañar a la compañías de
que nosotros podíamos hacerlo (risas)”.
La influencia mayor de Nirvana y del ‘Never Mind’ en Dover “fue
la mezcla de melodía mezclado con toda la caña que pudiéramos meter. A Cristina
y a mí nos encantaba hacer la melodía más bonita posible, la más emocional.
Conectábamos con eso porque era lo que nos salía. Para nosotros era la forma
más natural del mundo” asegura Llanos.
Muchos
quisieron seguir su estela pero nadie pudo parecerse a él. “Kurt Cobain tenía
mucha personalidad. Nadie de los que ha surgido se parece a él. Quizás de los
últimos años, el artista que más se parece o que pueda tener ese carisma
especial pueda ser Julian Casablancas (The Strokes). Para mi gusto es de otra manera pero
tiene también mucha personalidad y sabe hacer canciones muy buenas”, nos
confiesa Llanos.
Para
Pérez Bryan, “Nirvana tenía ecos de los Beatles, de Black Sabbath o de Sonic
Youth. ‘Never Mind’ es un disco que supuso un cambio en el rock, y que envejece
estupendamente. A mí personalmente me dio la ilusión y las ganas para hacer
radio con ‘De 4 a 3’, venía de hacer la emisión ‘El Búho’. Dover fueron el
reflejo contundente de Nirvana, y luego todo fue derivando en el indie actual,
que casi ya sólo se le llama así en España, porque ¿qué es el indie? Un grupo
medio melancólico imitando a Radiohead, con barbitas y perilla. La culpa de
todo la tiene la pose, el hipsterismo y el moderneo vacío. Y todos los alcaldes
de pueblos que han querido crear festivales en todas partes, que son calcos
unos de otros, para subirse al carro de la modernidad”, asesta Pérez Bryan.
Kurt Cobain, Eugene Kelly (Vaselines) y Norman Blake (Teenage Fanclub).
Teloneros fantasmas
Fernando
Alfaro y los Surfin’ Bichos tienen su anécdota al respecto. “Nos propusieron
telonear a Nirvana con el ‘Never Mind’, coincidiendo con la gira de
presentación de ‘Hermanos Carnales’, que fue el disco con el que RCA (englobada
dentro de BMG, a quien correspondía Geffen, el sello de Nirvana en España)
apostó a saco por nosotros. Creo recordar que eran tres conciertos: Valencia,
Madrid y Bilbao. Fue un tejemaneje entre el promotor, de cuyo nombre no quiero
acordarme, y la compañía de discos. Nirvana ya llevaba a Teenage Funclub como
telonero. RCA le pagó cuñas en radio, cartelería para colocar un grupo de su
sello, los típicos convenios. Aparecimos en los carteles. El promotor lo hizo
de espaldas al management a Nirvana. Y ellos ya tenían su banda para la gira
europea, y no querían ningún telonero local. No se informó al management de
Nirvana. Y eso fue un descuido muy gordo o mala fe. Fue un poco decepción no
tocar. Y aún sigo enfadado por ello, declara el músico de Albacete. Aunque
reconoce que todavía se sigue encontrando gente, “no una ni dos, que dice que
nos vio… Y me asustó un poco. Es fascinante el asunto. Gente que lo asegura”,
Coda final
En
la novela Historias del Kronen, que retrata a la generación joven de aquellos
años, la música era un ingrediente esencial. Y los garitos: el Kronenbourg, San
Mateo Seis, el Warhol,… La combinación de noche, alcohol y drogas. “La música que aparece en
el libro es puro realismo, no está escogida ni seleccionada para componer una
banda sonora. Ocurre sencillamente que, en los diferentes garitos por los que
pasan los personajes, suenan esas canciones. Ocurre que, en ese julio del año
92, tocaron en Madrid Elton John y Nirvana, los dos”, señala Mañas.
La sensibilidad está ahí, la implicación, el
riesgo. La actitud romántica y el legado también. Mañas remarca que la fuerza
de Nirvana “era la capacidad que tenía Cobain de transmitir esa sensibilidad
agónica suya, la emoción, la intensidad, mucho más que una capacidad musical”.
Para Luna, “Nevermind sí me parece una
obra maestra imprescindible en su género. Pero no creo que sea imprescindible
para entender la evolución de la música popular. Siempre he pensado, aunque
suene a tópico, que la evolución de la música popular es una suma de pasos que
se van sucediendo. En esto de la mitomanía y la historia del pop y del rock
siempre se intenta erigir grandes mitos y adjudicarles una dimensión
monumental. Quizás a algunos les suene a estupidez, pero así lo veo. Los
grandes artistas han aportado mucho a la evolución de la música rock, pero no
creo que casi nadie sea imprescindible. Quizás no escucharíamos la misma música
si alguno de los eslabones no hubiera existido, pero la música hubiera seguido
aportando novedades y tomando caminos inimaginables años atrás”.
Amparo
Llanos lo tiene claro al rematar diciendo que “esa fue una época buenísima,
pero probablemente todas las épocas son buenísimas para los que las vivimos”.
Descubrí a Marta Cascales Alimbau casi por casualidad y
desde entonces estoy encandilado con sus composiciones. Ya hablé de ella aquí.
Tras publicar su primer y brillante disco ‘Anoche’, el pasado mes de mayo, nos
ha dado más alegrías como el sencillo “Connection”. Y ahora con “Anxiety” una
canción que sigue la intimidad de la propuesta de Cascales que incluye guitarra
y la voz de Carla Gimeno (Grauwi)
cantante de la banda barcelonés de indie rock The Crab Apples, pero aquí cantando en inglés. Ambas ya habían
colaborado antes en el sencillo “Corales”, publicado el pasado mes de febrero,
con Grauwi cantando en castellano y en un tono intimista y solemne a más no
poder.
Ahora “Anxiety” persigue la esencia de esa primera
colaboración entre las dos artistas y busca algo más, queriendo teñir una
alianza entre clasicismo (piano) y rock (guitarra eléctrica) salvaguardando el
tono acústico, pero adentrándose en el espíritu rock de PJ Harvey o St. Vincent.
El resultado es grandioso. Y prometedor. Este es sólo el principio de una nueva
alianza entre dos mujeres con mucho por decir. Buscando la esencia,
deslizándose por la realidad.